Pero no como le gustaría. Era una etapa complicada camino de Gap. Ante la impotencia del pinteño en los Pirineos y el Mont Ventoux y animado por el corte provocado por su equipo camino de Saint-Armand, Contador tenía entre ceja y ceja recortar ventaja al todopoderoso Froome.
Como aquel final le traía muy buenos recuerdos con el col de Manse ubicado en la última parte de la etapa y el descenso peligrosísimo por el col de la Rochete -donde Beloki perdió aquel Tour-. Sólo dos años antes hizo sufrir a los Schleck en una jornada pasada por agua y en la que el descenso fue más clave que la subida.
El español, sabedor de que subiendo no podría con el jefe de filas de Sky, atacó bajando, un terreno donde el inglés ofrece más dudas. Sin mucho éxito más allá del miedo en el cuerpo, el de Saxo-Tinkoff no pudo recuperar tiempo. Incluso ambos se fueron al suelo, cediendo algo de tiempo a otros favoritos, el cual costó recuperar.
Pero quedó claro que en el ciclismo cuentan tanto las subidas como las bajadas. Si el ascenso contiene incertidumbres en cuanto a rendimiento, el descenso la tiene debido a las dudas que ofrece la estabilidad o las circunstancias cambiantes de una carrera. Una mala trazada de un compañero y la caída ha sobrevenido sin apenas verla venir. Por ello el pupilo de Riijs sabe que en ese terreno también hay que probar los nervios de los rivales.
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