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Coppi o Bartali: en los 90, ¿tu de quién eras?

En nuestra anterior encuesta os preguntamos por los kilómetros contra el crono en las grandes vueltas y vuestra opinión ha sido la de incrementar las distancias actuales de forma mayoritaria. Ahora nos ponemos nostálgicos y recordamos los años 90, y en especial a dos de sus equipos más emblemáticos, la ONCE y Banesto, con sus representativos directores a la cabeza, Manolo Sáiz y la dupla Echávarri-Unzué, respectivamente. Coméntanos al final de la entrada quien era tu preferido votando en la encuesta.


MANOLO SÁIZ

Tras ostentar algunos cargos en la Real Federación Española de Ciclismo, a finales de la década de los ochenta Manolo Sáiz llegó a un acuerdo con la ONCE para formar un equipo profesional. La ONCE rápidamente se convirtió en un referente del ciclismo nacional y tardó muy poco en convertirse también en un referente del internacional.

Sin olvidar los triunfos de Laurent Jalabert en grandes clásicas, donde Manolo Sáiz y su ONCE dieron más que hablar fue en el circuito de grandes rondas y vueltas de una semana.

Quiso la casualidad que los primeros años de vida de la ONCE coincidiesen con el esplendor de la carrera deportiva de Miguel Induráin, y así se creó una extraordinaria rivalidad entre Banesto y la ONCE. Una rivalidad que marcó una época dorada del ciclismo español. Retirado Induráin, tras la transición marcada en el Tour de Francia por Riijs, Ullrich y Pantani, la ONCE, ya con Joseba Beloki como jefe de filas, debió enfrentarse a otra bestia negra como fue Lance Armstrong. La cuestión es que Manolo Sáiz nunca llegó a conquistar su sueño de ganar un Tour de Francia aunque sí logró varias victorias en la Vuelta.

Sin pretender restar méritos a José Miguel Echávarri, el hecho de que Induráin pasase a profesionales con Reynolds fue meramente una casualidad geográfica. Porque los triunfos de Induráin en categorías inferiores hubieran hecho que cualquier director se hubiese fijado en él. El gran mérito de Echávarri fue entender que Induráin, a pesar de una estatura y un peso impropios de un ciclista español de aquella época, era un diamante en bruto. Y aunque en un principio dudase si encaminarlo hacia las clásicas o hacia las vueltas por etapas, supo cuidarlo hasta que aquel organismo pudiese ofrecer lo mejor de sí mismo. Contra ese extraordinario ciclista debió luchar Manolo Sáiz, y aunque nunca logró batirle en el Tour, el mérito del cántabro es cómo luchó, los medios que dispuso para cambiar su suerte. Más o menos lo mismo que le sucedió contra Armstrong.

En España, mientras Banesto e Induráin centraban sus objetivos en Giro y sobre todo Tour, el GD. ONCE disputaba a tope todo el calendario de vueltas nacionales de una semana, prestigiando a esas organizaciones y logrando enganchar a los aficionados desde el principio de la campaña. Mérito al que el conjunto del ciclismo español debe estar agradecido.

De sobra es conocido su interés en la mejora de la aerodinámica, con constantes innovaciones respecto a los materiales usados. Y también es conocida la cantidad de tiempo que empleaba en supervisar los entrenamientos, tanto en planificación como en seguimiento diario, de sus ciclistas.

Una de las facetas más destacadas fue la agresividad táctica con que planteaba muchas carreras. Para el recuerdo por ejemplo la Vuelta de 1.995. Casi siempre fue fiel a su idea de que el ciclismo, por lo menos con nueve ciclistas por formación, es un deporte de equipo. Y así pretendió batir a las individualidades: basando su fuerza en su equipo. Sáiz recibió fuertes críticas y hasta burlas cuando sus agresivas estrategias no le conducían al triunfo. Pero él entendía que era ésa su forma más adecuada de conseguir las victorias. Y por otra parte, multitud de aficionados se lo agradecíamos, por el espectáculo y la batalla que proporcionaba.

En los años de Induráin, Sáiz debió convivir en España con una prensa y una afición un tanto contrarias a él. Al calor de los triunfos estivales de Induráin, al ciclismo se acercaron, por suerte o por desgracia, un montón de “aficionados” que más sabían de hacer patria que de ciclismo y que jamás entendieron que Sáiz y su ONCE lucharan contra un ciclista español. Particularmente destacada en este aspecto fue la etapa de Mende en el Tour de 1.995, en una memorable exhibición de fuerza y de táctica de todo el equipo cántabro.

El prestigio ganado en la carretera por Sáiz le llevó a convertirse en un líder del ciclismo internacional, mientras otros prefirieron pasar más desapercibidos. Sáiz se atrevió a retar a los poderes establecidos en el ciclismo, propugnando un reparto de los ingresos, sobre todo los televisivos, donde los patrocinadores de equipos tuviesen más protagonismo. Sáiz fue valiente en ese sentido.

Hoy es el día en que, vinculado al equipo aficionado Aldro, sus declaraciones todavía no pasan desapercibidas y siguen siendo referenciales, explicando a los ciclistas la realidad pero la grandeza de este nuestro deporte.

Manolo Sáiz, en suma, con sus errores y sus grandes aciertos, cambió el ciclismo y todavía mantiene la valentía que tuvo antaño de ser fiel a sí mismo.

@ranbarren


Echávarri – Unzué, binomio exitoso.

No podía ser de otra manera. El mejor ciclista español de todos los tiempos, Miguel Indurain ( Villava, Navarra) salió del equipo dirigido por la asociación Echávarri- Unzué.

Es normal  que se generalice y lo primero que viene a la cabeza tras nombrar a José Miguel Echávarri y a Eusebio Unzué, es el equipo Banesto y los cinco Tours de Francia que logró el gigante y bravo ciclista navarro. Pero no todo es eso.

El equipo Reynolds, origen de la actual escuadra telefónica Movistar, fue la primera denominación del equipo que dirigieron Echávarri y Unzué desde principios de los años 80.  En 1989, cambió el patrocinio de la empresa de aluminios por Banesto. El Banco de Español de Crédito, encontraría en el equipo ciclista uno de los mejores escaparates para brillar en España y asomarse al mundo.

Reynolds, con una potente plantilla con hombres como Ángel Arrollo, Ricardo Zúñiga o Julián Gorospe, encontró en el segoviano Pedro Delgado a su hombre de cara a las generales. Perico fue uno de los referentes del ciclismo español de los años ochenta, consiguiendo el Tour de 1988 o la Vuelta a España un año después, además de otras muchas victorias.

En esa plantilla ya figuraba un jovencísimo Miguel Indurain que en apenas unos años se iba a convertir en uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos.

En los noventa, sólo la Once de Manolo Sáiz era capaz de hacer sombra a Banesto en España, aunque tampoco debemos olvidar al Kelme, único equipo español que a finales de los noventa rompió el “status quo” entre la escuadra banquera y la del conjunto de la Once. Con Echávarri  como Mánager General y su mano derecha Unzué como Director, el equipo navarro, se centró principalmente en las grandes vueltas. No sólo los cinco Tours de Indurain adornan el palmarés de los navarros;  la asociación Echávarri- Unzué, fue capaz de engrosar su exitosa vitrina de trofeos con los Giros del 92 y 93 también conseguidos por el ciclista de Villava.

Mientras que corredores de Once como Zulle, Jalabert, o Mauri o años después los hermanos González de Galdeano o Joseba Beloki, supieron dar protagonismo a la escuadra cántabra, parecía que tras la retirada de Indurain para muchos prematura en 1996, Banesto no tendría un líder sólido para años venideros.

 Sin embargo, Unzué encontró en José María Jiménez , “el chava” al ciclista de la casa que en su día fue Miguel. Y  no sólo eso, fichó a una de las promesas que apuntaban a ser el relevo de Miguel Indurain.

Abraham Olano, ya había brillado en temporadas anteriores ayudando a su por aquel entonces líder en Mapei, Tony Rominger; fue Campéon del Mundo en 1995 y plata en Atlanta un año después, y llegaba al conjunto español con la misión casi obligada de ganar un Tour de Francia.

No lo hizo mal el bueno de Olano que se llevó la Vuelta a España de 1998, sin embargo, ya fuese la presión y la sombra de Indurain, ya fuese que la afición estaba más con el chava que con él, el guipuzcoano cambió de aires y fichó precisamente por el equipo de Sáiz donde siguió dando muestras de sus grandes prestaciones contra el crono y en la media montaña.

En los años oscuros o de transición, Echávarri y Unzué campearon mejor el temporal que su homónimo cántabro. Mientras que Liberty desembocó en lo que hoy es Astaná, pero sin la gestión de Sáiz, Unzué consiguió patrocinio con diferentes empresas e instituciones y pasó a ser Ibanesto.com, luego Illes Balears o Caisse d’Epargn. Y en esos años los Mancebo, Valverde o  Pereiro fueron los abanderados que tiraron del carro consiguiendo el gallego el Tour de 2006. Once años después del último de Indurain.

Echávarri en 2008 dio un paso atrás, y se desvinculó del ciclismo cediendo todo el protagonismo a Eusebio Unzué. Otra Vuelta a España de la mano de Valverde en 2009, fue el último éxito de relumbrón que consiguió Unzué  antes de que el patrocino de Caisse d´Espargne expirase en 2010.Sin embargo Unzué hizo gala de su buena gestión y consiguió el compromiso de otro gigante español. Telefónica entraba a patrocinar al equipo navarro con su operador móvil, asegurando la continuidad de la escuadra y convirtiendo así al conjunto de Valverde, Quintana, Malori o Rojas en una de las referencias a nivel mundial.

Bajo la denominación de Movistar Team, Eusebio Unzué ha construido un equipo de garantías en torno a Nairo Quintana y Alejandro Valverde que desde 2013 le ha dado un Giro y una Vuelta a España, además de innumerables victorias. Y ha conseguido que su equipo le dispute de tú a tú, el codiciado Tour al todo poderoso Sky de Dave Brailsford.

Decir Eusebio Unzué es decir sosiego, templanza, educación, y grandes Vueltas. Los títulos están ahí.

Es una pena que la rivalidad de hace años de Once y Banesto no haya perdurado en el tiempo. Sin embargo, ¿podrá Sáiz en un par de temporadas hacer que su proyecto del Aldro Team siga creciendo y quizás inquietar a los chicos de Unzué?

Ojalá. Sea Sáiz u otro. El ciclismo español necesita este tipo de visionarios.

SERGIO ANDRÉS.

¿Quién fu director preferido de los 90?

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