Dos monumentos consecutivos, con su idiosincrasia propia, los adoquines con o sin cuestas marcan uno de los puntos culminantes de la temporada, con toda una pleyade de especialistas a la busca de la victoria en cualquiera de ellos, quien sabe si el doblete, pero, ¿cual es tu carrera favorita? Nuestros redactores dan su punto de vista, te animamos a votar al final del articulo y dejar tu opinión en los comentarios.
DE RONDE VAN VLAANDEREN
Si bien el 21 de julio está oficialmente señalado como día de celebración de la fiesta nacional de Bélgica, en la zona flamenca de ese país es otra la fecha que expresa mejor el sentimiento nacional patrio. Y esa fecha no la determina ningún organismo popular o político. La determina la Unión Ciclista Internacional. Coincide con el primer domingo de abril y la inmensa mayoría del pueblo flamenco da por buena que esta tradición permanezca.
Sólo con este hecho ya podemos hacernos a la idea de la imbricación existente entre el ciclismo y Flandes. Pero esta relación se multiplica ese primer domingo de abril en el que se disputa De Ronde Van Vlaanderen, el Tour de Flandes.
Se puede observar por televisión. Tramos de adoquín que en otras carreras no están en absoluto llenos, el día del Tour de Flandes estarán abarrotados de un público que llevará varias horas, sino días, allí, esperando el paso de los ciclistas. Carpas de exclusivo acceso para personas VIP, en las que incluso se firman negocios, dan idea de que el hecho de poder estar ahí en ese momento concreto, está concebido como un lujo. Miles de banderas flamencas con su león rampante sobre fondo amarillo…
Sin embargo, hay cosas que no se aprecian por la televisión y merece la pena vivirlas. Como las marchas cicloturistas en absoluto competitivas del día anterior, que transitan por los mismos muros por donde se batirán los ciclistas el día siguiente. El ambiente de los pubs con personas aficionadas que se toman sus cervezas y salen a la carretera cuando los corredores pasan por al lado. Aficionados que en cuanto pasan los ciclistas, arrancan sus coches y se mueven con enorme facilidad por estrechas carreteras (otra carrera) para volver a ver a los protagonistas en otro punto. El museo del Tour de Flandes de Ourdenaarde abarrotado de frikis sacándose fotos con todos los recuerdos que allá permanecen en depósito…
De la locura que se vive en Flandes ese día da también idea el hecho de que algunas personas de la oficina de turismo de Bruselas no aconsejen viajar a Flandes ese día por los inconvenientes que toda esa fiesta genera. Desconociendo… desconociendo que era eso lo que buscábamos…
RAÚL ANSÓ ARROBARREN
@ranbarren
PARIS-ROUBAIX
Qué podemos decir de la París – Roubaix. Pocas carreras tienen su historia, el “Infierno del Norte”, prueba odiada por muchos, amada con locura por otros. No deja indiferente a nadie.
Pocas carreras del calendario tienen la idiosincrasia que tiene esta clásica, cambio en la presión de los tubulares, doble cinta del manillar, etc incluso hasta aquella novedad en su tiempo de la horquilla delantera de suspensión. Los aficionados esperan todo un año para disfrutar de los adoquines durante unas horas. Ver pasar a los corredores a toda velocidad con el característico sonido del taqueteo de las ruedas contra los adoquines es algo celestial para muchos de nosotros.
En los últimos años el clima ha sido benigno, pero tiempos atrás, era típico que los corredores sufríeran las inclemencias del tiempo típicas de esa zona en primavera y eso hacía que el punto épico y de gesta que ya de por si invoca esta clásica aumentara en tamaño descomunal.
Y es que la Paris Roubaix es justa e injusta a partes iguales, de ahí su propia belleza. Puedes sentir la gloria en tus piernas y de repente caer a los infiernos en tan solo unos segundos. ¿A cuántos les ha pasado tener muy cerca la posibilidad de conquistar el adoquín en el velódromo y sufrir una avería mecánica que le aleja de cualquier halo de gloria? El infierno del norte no hace prisioneros, los ciclistas y sus bicicletas sufren una dureza que apenas tiene semejanza con cualquier otra prueba del calendario.
Todo ello sin secretos, sin ambigüedades, de frente. Es una carrera que a la hora de la verdad honra a cualquier ciclista que se deja el alma por conquistar el tan ansiado adoquín. Sin rampones imposibles, sin escondrijos, siempre de cara. Todo aquel que acude a la salida en Paris sabe a lo que se enfrenta.
Por todas estas razones, es por las que la Paris Roubaix es la carrera que más me gusta del calendario, sin duda es una prueba que algo tiene que te embauca, que se ama o se odia, la clásica que tantos y tantos esperan 364 días al año para poder disfrutar de su belleza y de su dureza a partes iguales.
ALFREDO RODRIGUEZ