Dos grandes escaladores que han sufrido un destino paralelo, aunque con diferentes causas. El abulense obtuvo menos victorias y prestigio a nivel internacional que el italiano, que se llevó un histórico doblete en Giro y Tour e hizo las delicias de los aficionados hasta que su cabeza dijo basta. Chava tenía esos arranques de genialidad y regalaba tardes mágicas, aunque era más idolatrado a nivel nacional.
El primer gran encontronazo que tuvieron en carrera tuvo lugar en el Galibier. Corría el Tour de 1998. Marco estaba realizando una de las gestas más portentosas que se recuerdan, dando la vuelta a una carrera más que sentenciada y de una forma espectacular. A la arrancada del ‘pirata’ seguía la rueda del Chava primero, la distancia después, aunque le alcanzó en la bajada.
Finalmente no pudo seguir la estela de Pantani. Era su día y nadie se lo iba a eclipsar. Aquella tarde del mes de julio nació un mito. Un simbolismo de la diferencia entre uno y otro, con el español siguiendo la rueda en la distancia, pero retando la grandeza del mejor escalador que nos han dejado los últimos 30-40 años.
En 1999, con el Giro recibiendo al escalador de El Barraco como una gran estrella -había terminado de explotar en la Vuelta’98-, iba a verles cara a cara en acción. Fue en Gran Sasso donde Jiménez quedó con peor sabor de boca. Por experiencia y miedo, no siguió al italiano en la subida final, pudiendo hacerlo. En meta sería segundo y se arrepentiría de su táctica, aunque fue el segundo más fuerte en la última parte de la ascensión.
La cumbre de la Fauniera fue escalada sólo en aquella edición. Tras la primera contrarreloj, donde Pantani dobló a Chava, el de Ávila salió rabioso. No se lo pensó y rompió la carrera en el durísimo puerto, entre la niebla que cubría las rampas. No había televisión debido a las malas condiciones. Pantani no le dejó marchar, atacando sin mirar atrás, típico en él. El líder de Banesto le intentó seguir, pero tuvo que desistir. Gotti, que llegaba por detrás, le permitió subir acompañado, pero sólo durante un tramo: Jiménez estaba apajarado. Aquí perdería toda opción de podio.
Aquel año ya no se cruzarían más. La próxima cita entre ambos (y última) se daría en el Tour del 2000. Chava comenzó mejor los Pirineos, pero en el Mont Ventoux y los Alpes el italiano se encontró mucho mejor. Ganó en la cima de la Provenza y atacó en el Izoard, con Armstrong vigilante. Camino de Courchevel sucedería lo mismo, con el de Mercatone atacando y dejando de rueda al americano imbatible. Por delante iba una fuga de la que sobrevivía el español, con buen ritmo. Pero Pantani subía como una flecha. A poco más de un kilómetro para la meta le dio alcance y Chava intentó seguir. Inútil, ese día tampoco iba a ser posible.
Sólo en la Vuelta 2001, donde el de Cesenatico mostró una versión muy baja de sí mismo, se vio al español muy por encima de este gran escalador. Míticos los dos, marcaron una época, cada uno a su manera.
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