El próximo Giro contará con el tercer clasificado del pasado Tour, el español Joaquín Rodríguez. Tras volver a proclamarse mejor corredor del año para la UCI, el líder del Katusha ruso tiene el difícil y bonito reto de auparse con la victoria final en la ronda italiana. No le será fácil, sobre todo si es de la partida el gran favorito, el colombiano Nairo Quintana.
El primer enemigo será él mismo. Si está en su mejor versión, hay muy pocos ciclistas que puedan batirle, ya sea en una etapa concreta o en la general final. Sin embargo, el recorrido le beneficia. Mucho. Contiene diez llegadas en alto en las que con su punta de velocidad puede imponerse al resto de escaladores en la parte final, pudiendo obtener bonificaciones y unos segundos cada día.
Ésa será su gran baza, aunque él, que ya es veterano, sabe que es un juego en el que todos los días no se puede ganar. Por tanto, si se siente con fuerzas suficientes, intentará encontrar el modo de hacer la diferencia y abrir hueco. Lo que le sucedió en 2012 ante Hesjedal no debe volver a repetirse.
Por ello los rivales deben buscar el ataque lejano de meta, fuera del último puerto, para batirle. Es ahí donde puede perder la carrera. Ya le sucedió en la Vuelta 2012, donde Contador recreó el ciclismo épico para atacar de forma insistente en el puerto anterior a meta. En las últimas subidas no hay otro como él.
Ganarla la puede ganar día a día. De hecho, es así el próximo Giro, donde no hay una etapa reina al uso, larga y con varios puertos. El desfallecimiento espera a la vuelta de cualquier esquina y si no se aprovechan las ocasiones, puede que no vuelvan.
Donde más tiene que perder es en las cronometradas. Tanto la llana -sobre todo- como la cronoescalada al Monte Grappa no le convienen. La crono plana se ha visto endurecida por la organización, así que se verá a un Purito más entonado. Pero la cronoescalada, que es muy difícil y a un puerto muy duro, requiere de un esfuerzo muy constante, justo lo que al español le puede pasar factura. En todo caso, aún tendrá el Zoncolan para resarcirse en caso de que las cosas no le fuesen como espera.
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