Corría el año 2008, la temporada ciclista se acercaba a su fin como cada año con la mejor traca final posible: La vuelta a España. Ese año, además, no sería una Vuelta cualquiera. De forma similar a lo que ha pasado esta misma temporada, ciertas casualidades juntas, hicieron que la participación que se juntara ese 30 de Agosto en Granada fuese de un nivel estratosférico.
De entre muchos nombres como Boonen, Purito, Mosquera, Chavanel, destacaban los de Alejandro Valverde, campeón nacional, que dobló Tour y Vuelta, al igual que Carlos Sastre, que pese a conseguir el máximo éxito de su carrera alzándose con la victoria en la Grande Boucle, fiel a su calendario inicial, acudió a nuestra Grande. Por otro lado, la no participación de Astana en la ronda gala posibilitó que tanto Levi Leipheimer, como el entonces vigente campeón del Giro , Alberto Contador se sumasen al cartel de ensueño de la Vuelta España 2008.
Aquella edición de la Vuelta a España será recordada por infinidad de motivos, por una parte, supuso un resoplido de grandeza para la organización, que vió como teniendo en sus filas a las máximas estrella del ciclismo, pudieron crecer como carrera y poner los pilares para comenzar la más que necesaria renovación de la Vuelta. Por otra parte, nuestra Grande contaba ese año con un recorrido muy atractivo para el espectador, con contrarreloj por equipos, suficientes sprints masivos para que asistiesen los mejores de la especialidad, una gran contrarreloj individual, y dos bloques de montaña bien definidos, en los Pirineos, con llegadas como la de Pla de Beret, y en Asturias con la etapa estrella, la vuelta del coloso más mítico de la península, el Angliru. Además, una bonita cronoescalada en el Puerto de Navacerrada para cerrar la carrera.
Pero sin duda, el más importante de los motivos que hicieron especial a aquella 63ª edición de la Vuelta a España fue que seria la carrera en la que una de las mayores promesas del ciclismo de las ultimas décadas, se haría mayor, consiguiendo su tercera grande como ya nos tiene más que acostumbrados, destrozando todos los registros.
Alberto Contador supo desde principio de temporada que no podría revalidar su título en el Tour de Francia, los problemas de dopaje de su equipo, Astana, impidieron que el pinteño acudiese al país galo a luchar una victoria que pocos dudan que hubiese conseguido. En vez de eso, puso en marcha un plan, sin posibilidad del Tour, le quedaban dos grandes, una en Mayo y otra en Septiembre, suficiente tiempo para recuperar, Giro y Vuelta serían sus objetivos del año. En Mayo Alberto no decepcionó, y se llevó su primera ronda italiana sin encontrarse demasiados problemas para doblegar a su máximo rival, Ricardo Riccò.
En Septiembre no lo tendría tan fácil, pasada la primera semana de Vuelta, el líder de la carrera era su compañero de equipo, que tras una increíble contrarreloj en Ciudad Real había cogido el maillot oro. La situación era ya conocida para el madrileño, en el Tour 2007 ya tuvo que luchar contra su compañero americano. Sin amedrentarse, Contador se puso manos a la obra para cazar el liderato cuanto antes, y como las verdaderas leyendas hacen, eligió el mejor lugar posible. En un día de espesa niebla la carrera llegaba a su etapa reina, el Angliru, que había ya visto míticas batallas con protagonistas de la talla del Chava, Simoni o Roberto Heras, esperaba a los ciclistas. El de Astana no se andó con muchos miramientos, y en cuánto pudo, se puso a lanzar ataques sin ton ni son, como solo él sabe. Y en un puerto en el que pocos son los que aguantan mucho tiempo de pie en la bicicleta, un saltarín como Contador se llevó una victoria que le puso al fín de líder.
Sin relajarse lo más mínimo, Alberto volvió a ganar al día siguiente, en Fuentes de Invierno; La Vuelta se le ponía a tiro al pistolero. Solo le quedaba un escollo para poder alzarse con su tercera grande, la cronoescalada de Navacerrada. Allí, en terreno más que conocido para él, en su propia ciudad, Contador sufrió, pues el protagonista del día volvió a ser su compañero Leipheimer, que le sacó hasta 30” en la ascensión por las Siete Revueltas, segundos que, sin embargo,serían insuficientes para el americano, pues el colchón era amplio y gracias a las bonificaciones de días anteriores, el español mantuvo el liderato.
Por tanto, Alberto Contador paseó al día siguiente por Madrid con un flamante color dorado que le acreditaba como campeón de la Vuelta 2008. Pero no sólo fue eso, aquella Vuelta supondría mucho más para el que, posiblemente, sea el escalador más grande de nuestra historia: Alberto, se convirtió con su victoria en Leyenda, pues sólo cuatro antes que él habían conseguido ganar las tres grandes, Contador se ponía a la altura de nombres como Anquetil, Gimondi, Merckx y Hinault, casi nada.
Fue la confirmación de que teníamos otra vez, casi 10 años despues del ultimo éxito de Miguel Indurain, a un gran corredor para las grandes vueltas. El tiempo nos ha dado la razón, y, a día de hoy, Alberto ha ganado cuatro grandes más en la carretera, a pesar de que su palmarés no refleje la totalidad de sus éxitos. Nunca lo tuvo fácil, desde aquel maldito cavernoma cerebral en 2004 se le han sumado demasiados obstáculos, pero, de la misma manera que escala los puertos más míticos del mundo, los ha superado victorioso, dejando en evidencia a aquellos que no le tragan y haciéndonos disfrutar cada día que se sube a una bicicleta.