Dos menudos ciclistas se escaparon en las primeras rampas del alto del Cordal. Era la Vuelta 2013 y Nibali se jugaba el triunfo. Tiralongo, buen escalador, dejó dicho dúo para asistir a su líder, lo que dejó en cabeza al semidesconocido ciclista de FDJ. Nadie daba un duro por él, pero llegó a meta escapado, llorando y heroico.
Nacido en 1991, es una de las grandes esperanzas del ciclismo francés, más aún tras su buena actuación en la última Vuelta, estando muy presente, muy maduro en su forma de correr y constante en las fugas. Para un corredor tan joven es difícil mostrar tanta determinación.
Y vaya si lo hizo en su gran día. Sin muchos alardes, con mucho sufrimiento, incluso con lágrimas en la cara durante todo el ascenso, pero sin cejar en el empeño. Parecía que Horner le podría echar mano, pero le fue imposible, apareciendo entre la niebla en el último kilómetro como un titán, muy respetable, encajado en su propio estilo.
Quien vence así a un gigante como este puerto es que tiene mucho dentro. Fruto del buen trabajo de cantera que se ha realizado en Francia y del crecimiento lento y seguro del FDJ en base a sus propios productos.
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