Debido a los sucesos que han acontecido a lo largo de su carrera se podría hacer un balance muy claro: muchas virtudes y aspectos que alabar y sólo un punto negativo. Tan negativo y en tan mal momento que la versión que queda de su trabajo ha sido ésa.
Dejándolo de lado, su carisma, empuje y fuerza han sido de admirar, estando casi siempre muy por encima de sus propias posibilidades, empujado por unas ganas de ciclismo y una capacidad de trabajo fuera de cualquier duda. Así se hizo con muchos adeptos, decepcionados más tarde aquel 31 de julio de 2009.
El Tour fue el mayor reconocimiento que recibiría, un gran aplauso generalizado que parecía encumbrar al sacrificado eterno, que mostraba un final feliz a una historia muy emotiva, como demostraría en su entrada en la llegada.
Su 34 cumpleaños es una ocasión perfecta para recordar la mayor gesta de su carrera, aquella victoria que se ha convertido en su peor enemigo. Un sacrificado por el grupo que ganaba tras insistir eternamente por proclamar su día un día cualquiera. Era la primera y única vez que el de Pasajes levantaría los brazos sobre una línea de meta. Tan bonito el sueño que se lo arrebataron. O se lo arrebató él mismo. Sólo él lo sabe.
Durante todo ese tiempo, aún estando fuera del equipo naranja, fue el alma de Euskaltel. Una referencia para sus compañeros, para sus dirigentes. Incluso en el pelotón en general, donde ha gozado de un gran respeto. Ahora cuelga la bicicleta, haciendo coincidir su final con el de su equipo de toda la vida, aunque se iniciara en AG2R. El final de su alma.
Ph: Euskaltel-Euskadi
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