Se trata de una compra anunciada de forma oficial hace algunas fechas, pero que ya se intuía, e incluso conocía, desde hacía tiempo. ASO, empresa propietaria del Tour de Francia, adquiere la posesión absoluta de la carrera española. ¿Significa este hecho la sumisión absoluta de la Vuelta a la carrera francesa? ¿Restará ésto competitividad a la española? ¿Se esconde detrás una estrategia de marketing que termine con ella?
Existe cierto sentimiento de inseguridad ante esta compra. La Vuelta pasa a manos francesas, al menos de forma oficial, lo cual puede hacer daño a la prueba. No hay que dejar de lado que como prueba española, ASO no tiene por qué tener respeto a la historia y al sentimiento que despierte una carrera que puede verse perjudicada si alguno de los mercados emergentes resulta más rentable que el nacional.
Conociendo el mal momento que está por venir en el ciclismo español, nadie puede asegurar que el seguimiento de este deporte baje de tal forma que deje de ser rentable un evento como la Vuelta, que actualmente se encuentra en pleno auge y desarrollo positivo. Esta supuesta caída del interés podría provocar cambios. Algunos posibles no tan buenos para su prosperidad.
Por otro lado, el optimista, el motor de ASO va a ser muy beneficioso a pleno funcionamiento. Controlar las dos grandes más importantes del calendario actual les asegura tener bajo control a RCS y al Giro de Italia, su único potencial competidor en estos momentos. La presencia posterior al Tour y anterior al Mundial asegura una participación de lujo año a año, lo que la convierte en un producto muy rentable a nivel de escaparate.
