Javier Guillén Bedoya, director general de la Vuelta, ahora propiedad de la empresa francesa ASO, organizador entre otros del Tour de Francia, comparte sus impresiones sobre los 80 años de la carrera (nacida en 1935), su salud, el recorrido de 2015, la actualidad del ciclismo internacional y español. Condecorado por el CSD con la Medalla de oro a la Real Orden del Mérito Deportivo, se muestra tranquilo y optimista ante la nueva edición cuyo recorrido se nos mostró el 10 de enero y que un nuevo mes de agosto será el centro del mundo del ciclismo durante tres semanas.
DLC: Vuelta 2015. En líneas generales, ¿cuál es la intención de la Vuelta, qué quiere hacer la Vuelta con este recorrido?
Javier Guillén: Las intenciones de la Vuelta son básicamente dos. La primera es profundizar en el modelo, nosotros tenemos una idea de carrera en la cabeza que afortunadamente podemos decir que no es fruto de la casualidad. Llevamos varios años potenciándolo y sacándolo adelante, con las dificultades que conlleva hacer casi siempre una misma propuesta con territorios diferentes.
Además, algo importante: es nuestro 80 aniversario, y queríamos jugar con el tema de la tradición y la innovación. La tradición nos la da 80 años de historia, y la innovación era un reto muy difícil, pero que hemos conseguido. Dado que nuestra seña de identidad está en la montaña, que todos los finales en alto sean inéditos, conservando la misma calidad de montaña que tenemos históricamente. Y yo creo que eso lo hemos conseguido, pero, como siempre, serán los corredores los que dicten si esa calidad de la montaña sirve o no sirve.
DLC: ¿Ha sido difícil elegir tantos finales en alto novedosos?
J.G.: No es fácil, primero porque quieres un número elevado de finales en alto. Aunque ahora todo el mundo cuestiona que 9 ó 10 finales en alto no son tantos, son muchos. Hoy, antes, y lo seguirán siendo en el futuro. Luego, el hecho de buscarlos es una dificultad, pero no tanto porque existan o no, sino porque quieres que tengan la misma calidad que los de siempre. Yo creo que sí lo hemos conseguido, no ha sido fácil, porque también ha habido que convencer a las instituciones públicas de que hicieran la apuesta en sus respectivos territorios sobre cuestiones nuevas.
Pero la ventaja es que tenemos esas montañas, y mientras las tengamos, la opción de decidir sí o no era más fácil. Las instituciones han sido sensibles a la idea, se han sumado a ella, por lo que ha sido difícil cuando lo pensamos, y no tanto a la hora de ejecutarlo.
DLC: Hablabas antes de que queréis incidir en el modelo, sin embargo, tenéis cosas muy diferentes con respecto a otros años. ¿Por qué esa variación?
J.G.: En la Vuelta 2015 yo creo que no hay cosas tan diferentes, me atrevería a decir que sólo hay una cosa diferente o dos, excluyendo dónde vas y que el puerto es este y no otro. Tenemos una primera semana con bastantes finales en alto, tenemos un tríptico el tercer fin de semana (sábado, domingo y lunes) y tenemos una última etapa de montaña, que es lo mismo que hemos tenido en 2014 y 2013, y que más o menos es la evolución que se ha seguido desde el año 2009.
¿Dónde está la diferencia? La diferencia posiblemente está en que la contrarreloj no es en la segunda semana, si no en la tercera (cosa que ya se hizo en 2011), y que la última etapa, siendo de montaña, no acaba en alto, sino en descenso. Esas son dos diferencias de 21 etapas, por lo que puedo aceptar que hay cosas distintas, pero en el modelo, yo creo que se conserva la esencia y solo hay esos matices con relación al año pasado y al anterior, no al bloque general de la Vuelta desde el año 2009.
DLC: Entonces, a parte de los finales inéditos, ¿buscáis lo mismo con respecto a otros años?
J.G.: No, excluido el hecho de que sean inéditos, lo que buscamos es una primera semana con mucha salsa y mucho picante, con mucho final en alto, corto y explosivo para que no rompa la clasificación. Con un segundo fin de semana donde ya hay algo de montaña, con el tríptico para que todos los fines de semana tengan montaña, y con una penúltima etapa que todavía pueda decidir cosas. Más o menos es ese modelo, otra cuestión distinta es cuánto va a aguantar este modelo. Lo que los corredores y el público quiera, de momento va funcionando. A lo mejor a alguien le parece mucho, pero si tú te coges la historia de la Vuelta, nuestro modelo es una gota de agua entre las 70 ediciones de propuestas de recorridos. Yo creo que además a este modelo le queda bastante, pero también lo he dicho muchas veces, esto no es un dogma, lo que haya que ajustar, habrá que ajustarlo.
Y también es cierto que por muy bueno o malo que sea el modelo, quien lo hace bueno o malo son los corredores. Hay carreras que a priori pueden no ser muy atractivas, y luego tienen una competencia y una rivalidad que hacen que sean las mejores. Yo, por ejemplo, en 2014 creo que la Vuelta ha sido la más competida, la más disfrutada de las tres grandes. Pero no me puedo olvidar de cómo fue el resultado de la Dauphiné, que fue un carrerón brutal, y fue brutal porque los corredores quisieron que lo fuera. Además creo que no hay que desmerecer lo que está pasando en la Volta a Catalunya, creo que también gracias a los corredores que van, tenemos muy buenos espectáculos ciclistas. Lo que quiero decir, que al final son los corredores los que quitan y ponen, nosotros solo hacemos la propuesta, que afortunadamente hasta el día de hoy la están aprovechando al 100% y es algo muy de agradecer.
DLC: ¿Por qué la última etapa competitiva no acaba en alto en esta ocasión?
J.G.: Porque ahí sí que queríamos ofrecer algo diferente. La última etapa sigue siendo una etapa de montaña. Por lo tanto, sigue siendo una etapa decisiva. Es una etapa que mira más a la tradición que a la innovación, por los puertos de Madrid, además hace un guiño a lo que se nos venía demandando desde hace mucho tiempo, pero quizá este año sea el ejemplo más claro: que después de un puerto, en vez de acabar arriba, acabemos en descenso.
Y luego, además, es una etapa donde, no sé si funcionará o no, ojalá que sí, pero hemos primado más el puerto de paso penúltimo que el último puerto, con lo cual alguien te dice: ¿os habéis hecho eco de determinadas sensibilidades? Yo digo que sí, mi decisión para que esa etapa fuera así ha sido la variedad. Pero puestos a buscar la variedad, lo que hemos hecho ha sido hacernos eco de un tipo de etapa que nos estaban pidiendo, no solo los aficionados al ciclismo sino también un sector importante de los medios de comunicación, así que yo creo que era bueno ofrecerlo. El tiempo dirá si nos hemos equivocado o no, pero no creo que esta etapa desmerezca nada de las anteriores, y el año que viene veremos si la repetimos o volvemos a un final en alto, porque todas las Vueltas lo bueno que tienen es que cada año hay que hacerlas.
DLC: Este modelo de acabar en descenso se hace también en etapa de la Quesera, después de la crono no hay más finales en alto. ¿Se ha valorado en algún momento la posibilidad de hacer antes de esta etapa otro final en alto o alguna posibilidad de ese tipo?
J.G.: Bueno, el tema de la Quesera nace porque hay que acabar en Riaza. En Riaza podíamos acabar en la estación de la Pinilla o en el mismo Riaza. Como teníamos la posibilidad de introducir la Quesera, nosotros queríamos darle valor a la Quesera acabando abajo, si acabas arriba se lo estás quitando. No era más que eso, es decir, primero era Riaza y luego el recorrido. En la etapa de Madrid, por ejemplo, primero vino el concepto y luego las ciudades desde donde se salía y se llegaba. Entonces, yo creo que la etapa de la Quesera especialmente, como está diseñada, entre acabar arriba o abajo, tiene poca diferencia, del alto a meta hay 10 km. Quien llegue arriba con la mínima diferencia, puede llegar abajo, y si hay territorio para recortar, pues mejor para el espectáculo. Pero, desde luego, la etapa de Riaza se pensó de forma diferente a como se pensó la última etapa.
DLC: Vamos a hablar de las etapas reinas. La de Andorra, ¿cómo surgió?
J.G.: La etapa de Andorra surge porque había una demanda insistente por parte del Principado de Andorra de hacer una etapa completa en Andorra. Nosotros creo que tenemos que ser sensibles con las peticiones y los gustos y voluntades de nuestros aliados, y Andorra lo es. Nosotros a Andorra les dijimos que no había etapa en 2014, pero que nuestra re-entrada en 2015 les merecería la pena, sabiendo que íbamos a hacer una etapa completa allí. Si tú haces una etapa completa en Andorra da igual cómo la diseñes, tendrá mucha montaña, porque Andorra es un constante subir y bajar puertos, lo cual para el ciclismo está bien. En el concepto de la etapa de Andorra, la cuestión es más o menos kilómetros, más o menos puertos, y sobre eso se estableció un debate entre la organización y el Principado.
La organización lo que siempre hace es una visión global de la carrera, la etapa de Andorra es una entre 21, el Principado hace una etapa en sí misma, porque le interesa su etapa. El Principado quiere vender dureza, espectáculo, audiencia, etc. Y a partir de ahí nos pusimos a hablar. Podríamos haber hecho una etapa mucho más larga, con lo cual, habría que haber metido más puertos; podríamos haber hecho una etapa más corta, con lo cual el Principado se hubiera visto un poco decepcionado en sus expectativas. Y al final hicimos una etapa de mucha montaña acumulada y un kilometraje más o menos reducido. Para gustos, los colores. Purito Rodríguez, nos ha asesorado y ayudado, y ha estado colaborando en el diseño de la etapa, sin que él tenga ninguna responsabilidad ni capacidad de decisión, eso corresponde a la organización de la Vuelta. Pero sí creo que, al final hemos hecho una etapa de 130 km que, como él dijo en la presentación de la Vuelta, es la etapa más dura que se ha propuesto nunca en la Vuelta. Los corredores dirán lo que deparará la etapa, pero esta es un poco la génesis de esta etapa.
DLC: Se ha asfaltado el puerto de la Gallina, por la otra vertiente, y se va a asfaltar el Beixalis. ¿Fue petición vuestra o fue propuesta de Andorra?
J.G.: Eso surge en una mesa de estudio y análisis. Si el Principado quiere cosas, necesitamos también otro tipo de cosas. El tema del asfaltado de la Gallina venía de atrás. Nosotros queríamos que la Gallina fuera un puerto de paso; además, yo creo que el Principado lo hizo bien. Tiene muy claro que su política de invierno es la nieve, pero necesita potenciar su política de verano, y eso lo está haciendo a través del cicloturismo. La Gallina es un icono, y por lo tanto merecía la pena asfaltarlo. El otro tramo, si queríamos hacer la llegada a Els Cortals de Encamp, necesitábamos asfaltarlo. Yo creo que al final es un poco el legado de las carreras, o sea, el hecho de que se asfalten los sitios, no es para capricho de la Vuelta o del Tour, que va a ir en 2016, sino que es para el enriquecimiento personal de todos.
Igual que cuando que cuando se hacen unos Juegos Olímpicos todo el mundo habla del legado (por supuesto en otra dimensión), de los polideportivos, las ciudades, los accesos…. Pues nuestro legado es que podemos, gracias a nuestro interés, arreglar determinadas zonas de paso que de otra manera no se podrían hacer, y que además beneficia, en este caso al cicloturismo. Aquí es verdad que surge la necesidad, pero el Principado hizo este planteamiento de futuro: si yo hago esto ahora, la Vuelta pasa, el Tour también podría pasar. Lo que estoy haciendo no es una inversión para la Vuelta, es una inversión para el turismo de Andorra.
DLC: Sobre la etapa de Ermita del Alba, en Asturias, imagino que se habrán barajado un montón de finales, como siempre. ¿Por qué Ermita del Alba? ¿Por qué con Cobertoria antes?
J.G.: Ermita del Alba, primero porque era un puerto nuevo, segundo porque era un puerto muy duro, y tercero porque si el año pasado la etapa de la Farrapona nos dio mucho juego como etapa reina con todos los puertos que podíamos acumular, la Ermita del Alba nos permitía exactamente lo mismo, con el añadido de que en esta ocasión el penúltimo puerto y el último están indisolublemente unidos. Porque no se ha terminado de bajar Cobertoria y ya se ha subido Ermita del Alba. Entonces, yo creo que es un puerto perfecto en cuanto a dureza, en cuanto a posición y en cuanto a puertos de paso… cualquier otra dificultad que quieras poner antes, si además añades que es nuevo, para el 2015 era perfecto.
DLC: La etapa acumula mucha dureza, cerca a la de Andorra en metros acumulados. ¿Por qué esa dureza? ¿Para que haya ataques en Cobertoria? ¿Para que haya muchas diferencias?
J.G.: Así como te digo que la etapa de Andorra se plantea así porque Andorra es lo que es y no puede ser otra cosa, la etapa tiene que ser siempre el referente de lo que son las etapas de montaña de Asturias, o sea, no podíamos bajar el listón con relación a años anteriores. Si además tienes en cuenta que está puesto en el fin de semana crítico de la Vuelta, es decir, donde se deciden casi todas las Vueltas, y teniendo en cuenta que el día siguiente es de descanso, todo hace pensar que era necesario llegar a esa etapa de esa manera. Las dos etapas anteriores no acumulan tantos metros de desnivel, porque todo lo queremos centrar en esa etapa, y porque además yo creo que Ermita del Alba merece ese desgaste suficiente y necesario para que además de la dureza del puerto, se pueda juntar algo más. Porque Ermita es un puerto duro, pero no es un puerto largo, por lo que yo creo que la dureza hay que acumularla con carácter previo.
DLC: ¿Este va a ser un modelo que ha venido para quedarse? Este tipo de puerto de paso anterior al puerto final, ¿es un prototipo que se va a quedar?
J.G.: Yo sé que hay determinados sectores que nos acusan del ”unipuertismo”, de lo cual yo no me excluyo. La cuestión es que, si lo analizas, sólo se ha utilizado básicamente en la primera semana de la Vuelta, es decir, donde el puerto puede sustituir a la llegada en sprint. En los últimos años me atrevería a decir que de tres años para acá, el “unipuertismo” ha sido muy poco, y siempre en esta clave. Y, por último, analizando una gran vuelta, las etapas de montaña siempre han sido etapas que acumulen y encadenen puertos; otra cosa es que los tengas para acumular o encadenar, otra cosa es que tú prefieras que los encadene y acabe abajo, al sprint, o prefieras que encadene otros diferentes, o prefieras 220 km a los 170 km que a mí me gustan. Pero, lo que es encadenar puertos siempre se hace en esta clave.
La etapa de Andorra, la etapa que acaba en Fuente del Chivo, la etapa que acaba en Sotres, la que acaba en Ermita del Alba o la etapa Madrid, todas ellas encadenan puertos. Y ahora se me puede decir: “es que la de Alicante es unipuerto”. Claro, la de Alicante es unipuerto, pero es que estamos hablando del segundo fin de semana de la Vuelta, y ni siquiera es unipuerto. El canon antiguo decía que esa etapa tenía que ser al sprint, nosotros la hemos cambiado por una rampa. Lo mismo te diría de Cazorla o de la etapa de Vejer, que son etapas donde la rampa pretende sustituir al sprint, pero no pretenden ser etapas de montaña. Entonces, lo de encadenar puertos en las etapas que tengan que ser de montaña, por supuesto. Y te haría otro análisis, si alguna vez utilizamos en una etapa teórica de montaña el unipuerto, es porque el día anterior o el día posterior ha habido etapas duras de montaña. Pero aisladamente, donde había que poner una etapa de montaña, yo creo que siempre, o casi siempre hemos encadenado puertos.
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