Es un puerto muy bonito, con un trazado que se vuelve salvaje en ocasiones y gozando de unas vistas privilegiadas sobre el valle y las montañas colindantes. La Ermita se encuentra accesible sólo a través de un camino tortuoso y difícil. La bicicleta se queda antes, justo en una pequeña explanada a la que se accede tras haber sufrido un puerto durísimo (ver perfil).
Ph: Pedro M. Labrada