El menor de los hermanos ha logrado lo que nadie antes había logrado: tres segundos puestos consecutivos, pese a que uno de ellos se haya convertido con posterioridad en primero. Ni Jan Ullrich, ni Zoetemelk, ni el mítico Poulidor. Los libros de historia no lo reflejarán, pero uno de los más talentosos ciclistas de las últimas décadas ha decidido quedarse ahí, no ser el mejor escalador de los últimos cincuenta años, que podría.
Sólo se le recuerda una jornada en la que fue el brillante caníbal que se le presupone. Los nombres que rodean a aquella etapa del Tour 2011 son míticos: Izoard y Galibier. Nombres de leyenda, de grande. Pena que sea la única que se le recuerde.
Es el escalador con más clase del pelotón actual. Cuando Andy ha estado rayando a su mejor nivel ni siquiera Contador ha sido capaz de dejarle. Más bien al contrario. Sin embargo, sólo una vez ha ‘ganado’ al pinteño, aunque el duelo no era directo. No pudo tampoco con un Evans que ya ganó la partida a los dos hermanos años antes y que sólo fue batido por un espectacular Carlos Sastre. También para reflexionar. Todo con piernas de campeón.
Cuando quiere, en cambio, sí es muy constante. Sus tres segundas plazas son algo muy complicado de conseguir. Sobre todo en cuanto a salud para estar al 100% en cada salida. Pese a su racaneo con el calendario y los esfuerzos fuera de las Árdenas y el Tour, no es fácil estar a ese nivel durante tantas ediciones seguidas.
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