La emergencia de nuevos países en el ciclismo moderno y la globalización han obligado a ampliar notablemente el calendario, que ya no llega de febrero a octubre, sino desde enero hasta prácticamente noviembre. Es un hecho que los días de competición de calidad han crecido (no así en España, que han bajado) y que la dispersión de la atención ciclista se ha distribuido al mismo tiempo a casi todos los continentes. Aumento de número de viajes, de longitud de los mismos, de costes, de incomodidad y de cansancio para el ciclista. Es por ello por lo que surge el problema del calendario: ¿se debe reformar? ¿En qué dirección? Lógicamente han alzado la voz los más interesados plasmando sus cambios en la reducción de los días de algunas carreras. En algunos casos de forma leve (perder un día de competición), en otros en forma de reducción drástica. ¿Podría tener un Giro de Italia 15 ó 10 días?
En primer lugar, sería mejor reducir días de competición, sí, pero en lugares en los que el ciclismo acuda únicamente por un mero aspecto económico. ¿Para qué celebrar cinco días en el Tour de Qatar con etapas llanas, sin público en las cunetas y sin tradición? ¿Y en Omán? Cualquier medida será mejor que recortar cualquiera de las tres grandes de una forma tan acusada.
En cambio, sí se está planteando realmente una reestructuración del calendario en la que las tres grandes pasen de tener 21 días a ocupar 21 días, con dos o tres días menos de duración. Igualadas las tres en la rebaja, ello supondría un beneficio que obligue a los mejores corredores a participar al menos en dos de ellas. Algo que ya sucede, pero no en óptimas condiciones. Es por ello por lo que habría que reformar asímismo la propia estructura de ascensos, descensos y puntuación que sostiene la UCI. En este caso se encuentran con un problema y es que el Tour siempre será el Tour, por lo que la ronda gala no necesita una reducción si no obtiene un beneficio. Es más, no lo va a permitir.
Sí podría estudiar una reducción mínima de Giro y Vuelta (también en poder de ASO), pero la homónima italiana nunca aceptaría una reducción de días y una rebaja de “grandeza” con respecto al Tour. Sus aficionados nunca lo entenderían y podría ser una dura estocada. La Vuelta tampoco gozaría de excesivo beneficio, ya que su participación se debe en gran medida al clima, la fecha -posterior al Tour- y la “comodidad” (mejores carreteras por lo general, creencia de que hay menos traslados que en el Giro, etc.).
Por todo ello, el tablero parece que terminará pactando tablas. Todos coinciden en que debe haber un cambio, pero nadie va a querer ceder ni un centímetro de su parcela, más aún cuando ya ahora en tiempos de crisis se encuentran en la mejor posición. Una rotación de las grandes por el calendario sería una medida interesante, al igual que celebrar una de ellas cada año por selecciones nacionales. Así se integraría un campeonato del mundo de especialistas en grandes vueltas, así como se adoptaría un sistema representativo del ciclismo, una de las grandes diferencias a peor con el fútbol, mucho más relacionado con la implicación de una localidad o ciudad.
La UCI parece ver negocio y no ciclismo. Las grandes son historia y muchas otras carreras no lo son, al menos de momento. Otro caso sería si hubiese una carrera rotatoria y que fuese promocionando de año en año el ciclismo en países emergentes, a modo del propio Mundial u otros torneos análogos en otros deportes. Sin embargo, interesa más que en España el ciclismo se desangre (por muchos motivos, no únicamente por cuestiones UCI), y que en Qatar el ciclismo sea sostenido por capricho de una serie de jeques. ¿Qué se hará cuando se cansen de ello?
L.S.
Ni de coña!
Como dice el tio que me he puesto de nombre, el fondo es lo más importante y eso se demuestra en tres semanas.
No al recorte de las grandes vueltas. No al recorte de la esencia de las grandes carreras!
Qué será lo próximo, una Milán-San Remo de 180 kilómetros?