Artículo publicado en Revista Planeta Ciclismo nº 38 (Febrero 2021)
Que un gran campeón quiera rodearse de gregarios de su total confianza es algo completamente asumido como normal en el mundillo ciclista. Ahora bien ¿qué pasa cuando uno de esos miembros de honor de la Guardia Pretoriana del jefe de filas es su hermano? Pues que a menudo éste es juzgado de forma un poco más “exhaustiva” que el resto de compañeros. Repasamos aquí a los grandes campeones que decidieron tener a sus hermanos al lado. Y repasamos si estos merecían ese honor sólo por el hecho de ser familiares o, por el contrario, acumulaban méritos suficientes por sí mismos.
Los clanes familiares no son algo nuevo en el panorama ciclista profesional. Como muestra tenemos a los hermanos van der Poel, tercera generación ciclista de una gran saga familiar, con el abuelo Raymond Poulidor y su hermano Henri, y el padre Adrie y el tío Jacques por ejemplo. O los cuatro hermanos Simon: Régis, Jérôme, Pascal y François.
En Bélgica, sin ir más lejos, nos encontramos a dos ramas de hermanos Planckaert. Por un lado, la más conocida, la de Willy, Eddy y Walter, junto a Jo, hijo de Willy, y Francesco, hijo de Eddy. Y por otra, la compuesta por tres hermanos: Baptiste, Emiel y Edward. Y todos recordamos a los Vandenbroucke, con Frank como cabeza visible, junto a sus dos tíos, Jean-Luc y Benjamin, su primo Jean-Denis, su hija Cameron y su sobrino Franklin Six.
¿Igualdad de oportunidades?
Es llamativo como en algunos casos toda una familia se decanta por un mismo oficio, aunque este no va a ser el tema a tratar en las siguientes líneas. Vamos a centrarnos en esos ciclistas que, por una razón o por otra, han pasado a ser conocidos como “los hermanos de”. Carreras que bien se han llevado a cabo en la élite profesional, facilitadas por la figura de sus allegados o que, pese a su propia valía deportiva, simplemente han quedado eclipsadas por la calidad de sus propios congéneres.
Hay que partir de la base, de que para llegar a ser profesional en esto de dar pedales, hay que dar un mínimo nivel, algo que normalmente se demuestra en las categorías inferiores y, sobre todo, en amateur, pese a que últimamente sea un paso obviado por algunos. Es por ello que en ningún momento vamos a definir ninguna de las carreras profesionales siguientes como de “regalo de Navidad”. Aunque haciendo honor a la verdad, unos han tenido la suerte o un destino que les ha dado de cara y les ha abierto una puerta que en igualdad de condiciones a otros se les ha cerrado. La vida es, simplemente, así.
Con anterioridad hemos citado al clan de los van der Poel. No vamos a descubrir ahora a la figura del abuelo materno de Mathieu y David, Raymond Poulidor. PouPou fue la gran alternativa francesa a Anquetil o Merckx, profesional entre 1960 y 1967. En la temporada de 1963 , PouPou lideraba el equipo Mercier-BP-Hutchinson, en parte gracias a sus primeras victorias como profesional: toda una Milán-San Remo, un campeonato de Francia, ambos en 1961, y el tercer puesto en el Tour de Francia de 1962. Todo esto, le abrió la puerta de la escuadra dirigida por Antoine Magne a uno de los cuatro hermanos mayores de Raymond, Henri. Raymond era el quinto de cinco vástagos y Henri el cuarto.
No hay apenas datos de cómo transcurrió la carrera profesional del menos conocido de los Poulidor ciclistas. Lo que sí podemos asegurar es que fue breve, ya que en la temporada de 1964, Henri ya había colgado la bicicleta.
“El hermano de…”
Nuestro siguiente caso, se nos hace mucho más familiar. Se trata del hermano del mejor deportista que ha visto esta tierra crecer. Una figura labrada a base de mucho sacrificio, trabajo y gran humildad. Sobre todo por esto último, el hecho de que el hermano de Miguel Indurain, Prudencio, defendiera los colores de Banesto, era visto hasta con cierta ternura por parte de la afición.
En la década de los 90, Miguel Indurain reinó en el pelotón profesional. Prudencio, cuatro años más joven que su laureado hermano y en contra de lo que muchos pueden pensar, no se benefició de las grandes victorias de Miguel para pasar a profesional. Sin ir más lejos, el menor de los Indurain debutaba en aquel Banesto de Perico Delgado, Jean François Bernard, Armand De las Cuevas o Aitor Garmendia, en 1991, justo en la temporada que Miguel se llevaría su primer Tour de Francia.
En 1992 sería convocado por el equipo de Echavarri para escoltar a Miguel en su primer Giro d’Italia y en mil 1993 haría lo propio de nuevo en el Giro y también en el Tour de Francia. En este Tour de Francia, concretamente en la novena etapa, una contrarreloj de cincuenta y nueve kilómetros con final en Lac de Madine, queda para la historia el hecho de que un hermano, Miguel en este caso, venciera en la etapa y Prudencio ocupara la última plaza a diecisiete minutos y cuarenta y ocho segundos.
No podemos obviar el episodio que protagonizaron Miguel y Prudencio en la Volta al Alentejo de 1996. En la ronda lusa, los Indurain se repartieron todas las etapas, menos el segundo sector del segundo día y la sexta, vencida por Asier Guenetxea.
Tras la retirada de Miguel, en 1996, Prudencio fichó por Vitalicio Seguros, alargando su carrera profesional durante tres años más, los mismos que duró el equipo de Javier Mínguez.
Los vascos, mejor de dos en dos
A lo largo de la historia del ciclismo vasco nos encontramos con un largo listado de hermanos y familiares que han pasado o aguantan a día de hoy en el profesionalismo. La mayoría realizando carreras independientes, con mayor o menor éxito pero sin despertar suspicacias. Destacan los casos de José Manuel y Miguel Mari Lasa, José María y Javier Palacín, Unai y Aitor Osa, Eduardo y Juan Carlos González Salvador, Jordi y Peio Ruiz Cabestany, Josu y Aitor Silloniz, Ricardo y Javier Otxoa o Ion y Gorka Izagirre, por poner sólo un ejemplo.
Pero hay dos casos en los que la fuerza de la figura de uno de los dos hermanos, le abrió de par en par la puerta del profesionalismo al otro. Por un lado tenemos a Joseba Zubeldia. El menor de los hermanos de Usurbil se enroló en 2001 en un Euskaltel-Euskadi del que su hermano Haimar formaba parte desde 1998. Haimar era una de las grandes esperanzas del ciclismo euskaldún, despuntando desde junior, pasando dos temporadas en el campo amateur bajo el ala protectora del todopoderoso Madariaga, en Olarra, dando un más que evidente salto al citado Euskaltel-Euskadi. El mayor de los Zubeldia apuntaba alto y este hecho le facilitó contrato, durante siete temporadas, al menor de la familia.
Por otro lado, nos encontramos con Joseba y Gorka Beloki. Joseba arribó a la ONCE de Manuel Saiz tras dos temporadas en Euskaltel-Euskadi y una en Festina, en donde logró finalizar tercero en el Tour de Francia del 2000. Al fichar por el conjunto de los cupones, Joseba facilitó el salto a la élite de su hermano pequeño, Gorka. Tres años más tarde este hecho que repetiría, cuando en la temporada de 2004, Gorka acompañaría a Joseba en su incursión gala en Brioches La Boulangère.
Hermanos con méritos propios
Ángel Luis Casero era, junto a Chava Jiménez o Mikel Zarrabeitia, uno de los jóvenes valores del Banesto de mediados de los noventa. Tras finalizar la citada década en el Vitalicio Seguros, Ángel Luis fichaba, en la temporada de 2000, por el equipo Festina. Con este último movimiento logró meter en la operación a su hermano Rafael. Los mismos dos años que duró Angel Luis en el equipo relojero fueron los que se mantuvo Rafael.
En 2002 los caminos de los hermanos Casero se separarían, Rafael pasaría a Jazztel y posteriormente a Paternina, en donde lograría su única victoria como profesional, en la Vuelta a la Comunidad Valenciana de 2003. De los equipos de Miguel Moreno, marcharía a Saunier Duval otros dos años, para finalizar en 2006 su periplo profesional con el 3 Molinos Resort.
No vamos a descubrir a día de hoy a Don Vincenzo Nibali. Tras su victoria en el Giro d’Italia de 2016, el Tiburón de Messina se aventuró a crear un equipo de la nada. Éste no sería otro que el Bahrain-Merida. Y ya puestos, le haría un hueco a su hermano Antonio, procedente del Nippo-Vini Fantini. Antonio pasó tres temporadas en el citado Bahrain, junto a su hermano Vincenzo, donde podemos destacar como hecho relevante una etapa en el Tour de Austria de 2017. Según parece fue mérito suficiente para fichar por Trek-Segafredo de cara a la presente temporada. ¿Casualidad que Vincenzo también hiciera lo propio en el mismo año?
Para finalizar con el capítulo de los hermanos, no podemos olvidar a Juraj Sagan. Juraj es mucho más conocido como “el hermano de Peter”, evidentemente, o por ser el que empezó a vestir el maillot de campeón eslovaco cuando Peter no lo ha hecho. Y es que desde que Jakub Novak venciera en 2010, uno de los dos hermanos Sagan ha vencido en el campeonato nacional de ruta de su país.
La carrera de ambos hermanos ha estado unida, desde sus inicios en el Dukla Trencin Merida de la categoría Continental, allá por el 2009. En 2010 ambos pasaron a Liquigas y de ahí en adelante, la carrera de Juraj ha seguido a la de Peter, tanto en Tinkoff, en 2015, como en BORA- Hansgrohe desde 2017.
Por otro lado tenemos los curiosos casos de fichajes como el de Iñigo Cahurreau por Ag2R en el año 2002. Iñigo fue fichado por el equipo galo tras su gran prestación en el Tour de Francia de 2001. Su primo, Mikel Astarloza, no encontraba hueco en el abanico de equipos nacionales y Ag2R le hizo un hueco. El resultado no pudo ser mejor: tras cinco años defendiendo ambos primos a la escuadra francesa, Mikel había vencido en todo un Tour Down Under y había ofrecido unas prestaciones superiores a las de Iñigo.
Un caso parecido ha sido el del Elia Viviani y su paso de Deceuninck a Cofidis. El esprínter italiano comenzaba contrato en 2020 con la escuadra gala. Tras un año raro para todos, Elia finalizó el curso sin estrenar el casillero de victorias. La cuestión es que Cofidis daba la alternativa como stagiaire al hermano pequeño de Elia, Attilo, en agosto de 2019, ante el inminente fichaje de la figura de su hermano.
En su segunda carrera con Cofidis, Attilo venció en la clásica belga Schaal Sels, algo que repetiría en su primer día de competición en 2020, al imponerse en la primera etapa de la Tropicale Amissa Bongo.
Y es que no hay que olvidar que quien tiene un hermano, tiene un tesoro.
Ima González Gete / @rotapunctatis