Nunca en España ha habido muchos velocistas. Sí muy buenos, como el antiquísimo Poblet, pionero, el más actual Juan Fernández, o el menospreciado Óscar Freire. Sobre todo a este último se le echará de menos en pruebas de un día, donde ha redondeado un palmarés espectacular. Ahora el reto recae sobre las espaldas de Lobato, un ciclista de gran calidad, no sólo en las llegadas masivas.
Juanjo no es un sprinter ganador, al menos en una llegada masiva al uso. Es muy rápido y sabe jugar siempre con una buena colocación a base de sus fuerzas. Ni en Euskaltel ni en sus anteriores equipos había contado con una gran labor de equipo, no por falta de intención, sino de costumbre. Quizás con un mejor ‘trenno’ le iría mejor, pero de momento continúa siendo la referencia en Movistar, muy por delante de un Rojas venido a menos.
El ejemplo de superación de este ciclista es digno de alabar. A su juventud (25 años) hay que añadir la dificultad de que se le va a exigir en breve la responsabilidad de adquirir victorias para el ciclismo español. Un ciclismo que atravesará horas bajas de resultados cuando él encuentre su madurez. Es un corredor en proceso aún, buscando su hueco. En las más duras batallas de velocidad tiene duros rivales, pero si mejora un tanto sus prestaciones en las clásicas, pocos podrían con él en una llegada dura y con pelotones reducidos.
Por el momento, sólo es exigible que busque la victoria, que la pelee. Si consigue estar ahí irán cayendo victorias, lo cual a su vez le concederá el beneficio de más de un compañero para ayudarle en sus objetivos. Ya fue cuarto en la Milán San Remo, prácticamente sin equipo. ¿Qué podría ser de él si un conjunto tan fuerte como Movistar apuesta por él y le acompaña en los últimos kilómetros con tres o cuatro rodadores de postín? Puede ser una forma de relanzar el gusto por las clásicas que inició Freire en España. Juanjo podría ser un buen sucesor…
Ph: Movistar