JULIO JIMÉNEZ, HAZAÑAS DE UN RELOJERO

Artículo publicado originalmente en la Revista Desde la Cuneta nº 19.

INICIOS

En el año 1959 el ciclismo español alcanzaba su punto más álgido hasta la fecha con la flamante victoria del toledano Federico Martin Bahamontes en la clasificación general del Tour de Francia. Ese mismo año comenzaba su andadura profesional uno de los corredores llamado a ser el relevo natural de Bahamontes, Julio Jiménez. Desde sus primeras carreras, en los inicios del Club Ciclista Abulense, Julio tuvo clara su vocación para llegar a ser ciclista profesional, un oficio que compaginó durante muchos años con el de relojero en el taller de su primo Ángel, es por ello que algunos periodistas del norte de España le apodaron como “El relojero de Ávila”. Su primer recuerdo en competición es con una bicicleta prestada, un pantalón blanco y una camiseta del Atlético de Madrid, uniforme que le acompañó durante un tiempo, respecto al recorrido de aquella primera carrera, estaba compuesto básicamente por la vuelta a las murallas de la ciudad castellana. Poco a poco se fue consolidando en las carreras que se organizaban entre Ávila y localidades cercanas, y comenzó a desplazarse a otras ciudades como Zamora, León o Valladolid para competir en diferentes pruebas. El recuerdo de del primer triunfo, de los muchos que obtuvo a lo largo de su longeva carrera, fue en su propia Ávila natal, después de coronar en solitario el entonces sin asfaltar Puerto del Boquerón. Sus dotes de brillante escalador iban poco a poco siendo temidas por sus rivales, que veían como Julio les dejaba cuando la carretera miraba hacia arriba.

Su siguiente paso fue directamente de la categoría de juvenil a la de independiente, donde ya compartía carretera con ciclistas profesionales, obviando el paso por la categoría de aficionados, siendo el Gran Premio de Valladolid su primera prueba dentro del circuito profesional. Ya en 1959 consigue participar en la Bicicleta Eibarresa, una carrera de gran prestigio que desembocó en la Bicicleta Vasca para posteriormente fusionarse con la actual Vuelta al País Vasco. Los corredores independientes no gozaban de especial agrado por parte de los grandes ases de la bicicleta del momento como Anquetil o Bahamontes, y Julio tuvo que insistir con fuerza al organizador, Juanito Guisasola, más conocido como Txoko, para que le dejara participar.

Un año después, el corredor abulense pasará a engrosar las filas de un conjunto patrocinado por la marca de motocicletas Lambretta con Santiago Mostajo padre a la dirección del mismo y compartiendo equipo con Martin Piñera, el hijo del propio Mostajo o el valenciano Salvador Rosa, quien recomendó a Mostajo a Julio para fichar por su escuadra. Así Julio Jiménez aseguró su participación en la ya citada Bicicleta Eibarresa, donde no defraudó. En la etapa cronometrada que ascendía el puerto de Elgueta en Éibar, Jiménez marca el mejor tiempo y ninguno de los favoritos como Loroño o el vencedor de la general Aspuru pudo bajar esa marca. Fue su primera victoria como profesional, y muchos de los allí presentes se preguntaban quién era aquel joven de Ávila que había irrumpido con tal fuerza entre los grandes del pelotón, entre ellos el legendario Dalmacio Langarica que felicitó a Julio por su gran participación. Aquello no se iba a acabar en Éibar, meses después Julio vence la etapa con final en Puigcerdá de la Volta a Catalunya, una carrera ya por entonces de renombre internacional. Bajo la dirección de nuevo de Santiago Mostajo y patrocinado por la marca Catigene, que dado el éxito en aquella Volta, formó equipo para la siguiente temporada con Jiménez como uno de los jefes de filas.

En 1961 hace su debut en una vuelta grande, corriendo la Vuelta Ciclista a España en las filas del modesto Catigene como habíamos reseñado anteriormente, finalizando en la trigésimo sexta posición pero habiendo luchado, como iba a ser habitual en su carrera, por el Gran Premio de la Montaña, quedando segundo detrás del balear Karmany.

Ese mismo año la federación española requiere su presencia en la Vuelta a Colombia donde es capaz de vencer en hasta cuatro etapas, a pesar de las malas condiciones en las que viajó el combinado nacional a tierras colombianas, teniendo los residentes españoles en aquel país que hacer una colecta para comprar tubulares a sus compatriotas ciclistas debido a la gran cantidad de pinchazos en carrera.

LOS AÑOS EN FAEMA

Después de mucho esfuerzo y de conseguir victorias de prestigio, Julio Jiménez consigue fichar por un equipo de importancia en 1962, después de barajar diversas opciones. El conjunto Faema es una referencia en el pelotón español y cuenta con ciclistas de la talla de Angelino Soler o Antonio Suarez. En la Subida a Arrate queda segundo tras Bahamontes y disputaría su segunda Vuelta a España, con una discreta actuación ante un recorrido poco montañoso y muy beneficioso para rodadores como el alemán Rudy Altig, vencedor final ante su jefe de filas Anquetil.

También en esa temporada resulta vencedor del extinto Campeonato de España de Montaña, que se disputó en Carballiño, Galicia y de otra etapa de la Volta a Catalunya, en esta ocasión tras una escapada camino de Argentona. Esa campaña iba a llegar su presentación oficial fuera de nuestras fronteras con un sensacional triunfo de etapa en la prestigiosa Dauphine Libere. En la meta de Chambery el abulense se presenta en solitario sacando más de un minuto a Bahamontes. Esta edición de la Dauphine fue una de las más duras de su historia finalizando el último día muy pocos corredores.

En 1963 comienza su particular idilio con los grandes premio de la montaña siendo vencedor del mismo en la Vuelta ciclista a España. El recorrido como la temporada anterior no es muy propicio para un escalador puro como el, pero consigue puntuar y cerrar una buena actuación en las etapas con subidas de montaña. El triunfo en aquella Vuelta fue para Jacques Anquetil.

FICHAJE CON EL KAS Y DEBUT EN EL TOUR

Debido a la presencia de Van Looy y su guardia pretoriana en el conjunto Faema, Julio Jiménez no fue alineado en ninguna de las dos campañas anteriores para correr el Tour de Francia. Por fin, con 28 años de edad, pudo hacer su debut en la mejor carrera por etapas del mundo en la temporada de 1964, después de su fichaje por el conjunto KAS, donde su director Langarica aseguró a Julio su participación en el momento de firmar el contrato. Su primer Tour se resume de manera formidable en dos triunfos parciales. Una exhibición en la etapa de Andorra con más de ocho minutos de ventaja sobre sus perseguidores y otra en la cima del célebre Puy de Dome, en plena rivalidad Anquetil-Poulidor.

El Gran Premio de la montaña se le escapó por apenas unos puntos con el toledano Bahamontes mientras que en la general concluye en una más que aceptable séptima plaza. Meses antes había disputado también la Vuelta a España compartiendo equipo con grandes corredores españoles de la época como Eusebio Vélez o Valentín Uriona. Repite triunfo parcial en la localidad de Pugicerda, al igual que en la Volta, y días después camino de León brinda un inolvidable espectáculo en las rampas del Puerto de Pajares llegando a meta con más de siete minutos de ventaja y poniéndose líder de la general.

Un liderato efímero pues en la siguiente jornada lo iba a perder, siendo a la postre el vencedor de aquella Vuelta Raymond Poulidor muy beneficiado de la guerra civil entre conjuntos españoles. Aquel 1964 fue también el año en que se proclamó campeón de España, con un fuerte ataque en el bilbaíno Alto de Enekuri, llegando solo sin oposición a la línea de meta.

Su segundo año en KAS no tuvo nada que envidiar al anterior. En la Vuelta a España de 1965 se hace de nuevo con la clasificación de la montaña y con otra victoria de etapa en un segundo sector de la décima jornada disputado en Barcelona. Semanas después se presenta en la salida del Tour en Alemania con la intención de brillar en las etapas montañosas y vaya si lo consigue. Dos triunfos parciales, el primero de ellos con una portentosa exhibición de fuerza en la cordillera pirenaica llegando a Bagneres de Bigorre, coronando en solitario los temibles Aubisque y Tourmalet, y posteriormente en los Alpes, abriendo carrera en las subidas a Porte, Cucheron y Granier para vencer en Aix Les Bains.

Además se le escapó por muy poco la etapa del Mont Ventoux ante Poulidor, beneficiado por un espectador que arrojó un cubo de agua a Julio Jiménez. Con este poderío en la alta montaña el Relojero de Ávila resultó vencedor por primera vez del Gran Premio de la Montaña en la prueba francesa.

BUEN CONTRATO CON FORD FRANCE Y DEBUT EN EL GIRO

Después de varios intentos para hablar con el patrón del conjunto KAS, este le da largas y no puede esperar más tiempo. En un critérium posterior al Tour, el propio Anquetil propone a Julio correr con él en el potente Ford-France dirigido por Geminiani, así el ciclista abulense firmaría un suculento contrato con la escuadra gala. 1966 fue el año en el que Julio Jiménez iba a descubrir las carreteras del Giro de Italia, no siendo de la partida de la Vuelta a España, decisión que no estuvo exenta de polémica.

En Italia solo hubo que esperar dos días para ver al ciclista castellano del Ford levantando los brazos. Fue en una etapa corta, de tan solo 60 kilómetros, pero con terreno suficiente para protagonizar una magnifica escapada y llegar como es costumbre en él, solo a meta. Además la maglia rosa fue a parar a su espalda, llevando la prenda de líder hasta la decimotercera etapa, una contrarreloj en Parma.

Días después repite triunfo entre Arona y Brescia, sin embargo en la general acaba en un cuarto lugar que sabe a poco después de lo visto en las tres semanas del Giro. Como en las últimas temporadas su presencia en el Tour de Francia estaba más que asegurada al igual que sus jornadas de espectáculo cuando la carretera miraba al cielo. Destacando por encima de todos, su triunfo en la preciosa ciudad alpina de Briançon, con una buena escapada volando por las rampas del Telegraphe y el Galibier. Una vez más se iba a adjudicar la clasificación de la montaña y fue clave en el triunfo final en la general de su compañero Lucien Aimar.

LA GRAN OPORTUNIDAD DEL TOUR 1967

Finalizado el patrocinio de Ford-France, la empresa de bolígrafos y cuchillas de afeitar BIC pasaba a dar nombre al equipo en el que militaban Anquetil, Aimar y por supuesto Julio Jiménez. La temporada comenzó encarrilada con victorias en la Polymultipliée, una montañosa prueba francesa de un día, y en una etapa del Tour de Luxemburgo. En la Vuelta Ciclista a España, la actuación de Julio no fue la esperada. Además su mente estaba centrada en el mes de julio en las carreteras del Tour de Francia.

El Gran Premio de la Montaña se le escapó al no clasificarse entre los quince primeros de la general, que eran los que podían optar a vencer este premio. Con un prólogo en Angers se daba inicio al Tour de Francia de 1967, el vencedor del mismo fue el vasco José María Errandonea. Esta ronda francesa se iba a correr por combinados nacionales en vez de por marcas comerciales. En el primer equipo de la selección española destacaba Julio como jefe de filas, teniendo de compañeros a Uriona, Mariano Díaz, Otaño o el propio Errandonea entre otros.

La formación, con la ausencia de corredores del KAS, no es precisamente muy potente, y es a priori un equipo inferior a otras selecciones. La primera semana es una sucesión de trampas, con pavé, viento y etapas llanas que en nada beneficiaban a Jiménez, subiendo al liderato Roger Pigneon, por otra parte el tercer espada del combinado francés.

El primer contacto con la montaña fue en la octava etapa con la llegada al Ballon de Alsacia donde Lucien Aimar, vencedor del anterior Tour, resulta ganador, aquel día hay pocas diferencias y los Alpes y los Pirineos esperan. Al día siguiente en la etapa de Briançon Julio domina los puertos pero no puede ganar en la línea de meta al italiano Felice Gimondi.

El abulense no ganaría ninguna etapa en aquel Tour de Francia de 1967 pero su actuación de cara a luchar por el triunfo absoluto es encomiable. Cabe destacar la decimosexta etapa en plenos pirineos con final en Luchón, cuando el manchego Fernando Manzaneque que formaba parte del segundo equipo español rodaba escapado en busca de la victoria.

Julio Jiménez salta del pelotón y los directores de los dos equipos españoles hablan para colaborar juntos (a pesar de estar prohibido por la normativa del Tour), sin embargo Manzaneque no parece estar por la labor y no espera a Julio, mientras vence la etapa. Es difícil decir si aquí tuvo el Tour de Francia el corredor de Ávila, pero la oportunidad se dio aquella tarde camino de Luchón. Roger Pigneon vencía su primer y único Tour de Francia y Julio Jiménez se tuvo que conformar con la segunda posición y un triunfo más en el Gran Premio de la Montaña.

Aquel Tour del 67 será siempre tristemente recordado por el fallecimiento de Tom Simpson en la subida al Mont Ventoux.

ETAPAS EN EL GIRO Y DESPEDIDA

A pesar de que podríamos decir que los mejores años del gran Relojero de Ávila ya habían pasado, todavía le quedaba algo que decir en algunas de las mejores pruebas.

En un Giro de Italia tiranizado por la nueva sensación de este deporte, un joven belga llamado Eddy Merckx, un veterano Jiménez se hizo con dos etapas en aquella edición y concluyó en una buena décima posición. En el Tour de Francia por otra parte no tuvo tanta fortuna y no pudo obtener ningún triunfo parcial, acabando la que fue su última Grande Boucle en la posición treinta.

La temporada siguiente, la de su retirada, corrió en las filas del Eliolona, conjunto italiano en el que ejercía de manager el mítico Gino Bartali. Su actuación en el Giro de Italia de aquel año fue discreta y al final de esa campaña, Julio Jiménez decidió poner punto y final a su brillante trayectoria como ciclista profesional.

FOTOGRAFIAS CEDIDAS POR JULIO JIMENEZ

TEXTO DE ALBERTO DIAZ