En su época de mayor apogeo, allá por el lejano Tour de 2003, corría junto a Armstrong, Ullrich, Vinokourov, Hamilton, Mayo, Sastre, Beloki y toda una generación de vueltómanos que pasó a la historia. De todos ellos es el único que queda en activo y demostrando que por él los años parecen pasar despacio.
Serán ya dieciséis temporadas con la que comienza las que haya estado en activo este veterano corredor. Con menos reconocimiento del que merece, un ciclista que aún en 2012 fue el primer español clasificado en la general del Tour, con Samuel Sánchez y Valverde en la línea de salida, mucho más afamados que él. La regularidad no vende.
Ni el trabajo bien hecho. Desde luego que el vasco de Usúrbil podrá siempre destacar su pundonor y honradez. Cuando ha tenido que soportar papel de gregario, ha hecho su labor sin rechistas, sin buscar el lucimiento individual. Cuando le ha tocado ser líder, lo ha hecho lo mejor que ha podido, hasta donde las fuerzas han dado.
Si bien su gran explosión fue en 2003, él ya había luchado cara a cara con Armstrong en la Dauphiné del año 2000. Sería segundo con sólo 23 primaveras ante él y su compañero Hamilton. Como Euskaltel no fue de la partida en aquel Tour, nos perdimos el nivel que podría haber ofrecido Zubeldia en aquella edición. Era época de Olano, Escartín y Chava. Los titulares no se le dedicaban a las jóvenes irrupciones que no fueran en el Tour. Beloki se llevaría el resto con su tercer puesto en París.
Desde entonces se ha acostumbrado a que otros le hayan restado protagonismo. Incluso dentro de su propio equipo. Pese a ser él el regular, siempre fue más mediático Iban Mayo. Incluso en épocas bajas del escalador vizcaíno. Años después decidiría marcharse de Euskaltel para aceptar una oferta como coequipier de Armstrong. Curiosamente la historia les volvería a unir.
Marchado el americano, se quedó al servicio de unos Schleck que no han rendido como se esperaba de ellos, lo que le ha facilitado volver a ser líder de un equipo en el Tour. Sin embargo, de nuevo, sus compañeros siempre tenían a alguien más al que ayudar. Haimar, que otras veces se dejó la piel por ellos, obtuvo respuesta nula.
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