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La montaña rusa de Froome en la primera semana de Giro

La primera semana de Giro de Italia ha sido una auténtica montaña rusa para el cuatro veces vencedor del Tour de Francia, Chris Froome. El británico se presentó en la salida de Jerusalem como el principal candidato para la victoria y con ganas por entrar en el selecto club de “ganadores de las tres grandes: “Es especial venir aquí con el objetivo de llevarme la maglia rosa. Mi carrera ciclista comenzó en Italia, en el Team Barloworld. He vivido en este país y, lo cierto es que, esta carrera nunca ha sido uno de mis principales objetivos hasta este año. Repito, estar aquí es especial para mí. He trabajado muy duro para estar en buena forma y por las sensaciones que tuve en el Tour de los Alpes, creo que estoy preparado”.

Sin embargo, las cosas empezaron a torcerse antes incluso de empezar a disputar la carrera. Una inoportuna caída en el reconocimiento de la primera etapa le dejó toda la parte derecha de su cuerpo magullada y los efectos se notaron en una discreta contrarreloj que le hizo comenzar el Giro de Italia a contrapié.

En un inicio de carrera con muchos traslados y una atípica jornada de descanso – que el pelotón aprovechó para volver al país transalpino después de tres etapas en Israel -, Froome volvió a pasar apuros en la cuarta etapa, ya en Sicilia. En una jornada larga, de casi 200 kilómetros, de continuo sube-baja y final en alto, el líder del Team Sky volvió a mostrar su peor cara dejando escapar unos preciosos segundos en la meta de Caltagirone.

Las cosas parecían no ir demasiado bien para el equipo británico y todavía quedaba el envite más serio de las etapas sicilianas, la subida al Monte Etna. Pero aquí, como ha sucedido otras veces en Froome, cuando más complicada era la situación, sacó su casta de ganador y a base de una capacidad de sufrimiento llevada al extremo, aguantó los ataques de López, Dumoulin o Pozzovivo. Es cierto que dos corredores peligrosos como Chaves y Simon Yates consiguieron una extraordinaria victoria y un buen puñado de segundos, pero las sensaciones de Froome parecían volver a la buena senda, como así reconocería el propio Kenny Elissonde en la cadena Eurosport: “Ha sido un día realmente duro y el bloque de Sicilia se nos ha hecho muy cuesta arriba. Pero para el equipo es fantástico que nuestro líder esté en una buena situación. A falta de 6 o 7 kilómetros estaba junto a él y su cara era buena. Es el primer día positivo para nosotros en lo que llevamos de Giro, por eso somos optimistas”.

La montaña rusa parecía estabilizarse para Froome, pero la mala suerte se volvió a cebar con el keniata en la subida a Montevergine. “Mis compañeros han hecho un trabajo sensacional. Me han ayudado a reintegrarme en el grupo de cabeza en menos de un kilómetro. Nunca es agradable caerse en el final de una etapa, y menos cuando estás subiendo, pero la carretera estaba muy resbaladiza. La rueda trasera se me fue cuando trataba de acelerar al salir de una curva. No quería que me pillasen por sorpresa en el tramo decisivo así que luchaba por estar en cabeza y tener la situación bajo control. Estoy contento por haber podido salvar otro día”.

El domingo llegaba un nuevo final en alto en el interminable Gran Sasso al que Marco Pantani dio brillo y lustre hace casi 20 años en un final al más puro estilo pirata. En esta nueva prueba de fuego, Froome aparecía más asentado tanto en la clasificación – donde ya estaba en el top 10 – como en su propia confianza después de unos meses convulsos. A falta de 40 kilómetros Astana, tomó las riendas de la carrera y marcó un ritmo que terminó por desgastar al líder de Sky a falta de menos de 2 kilómetros para meta. Otra vez en una jornada larga, en este caso de 225 kilómetros, Froome mostraba síntomas de debilidad ante sus rivales y abría nuevos interrogantes: ¿Acusó la caída de Montevergine? ¿Está en las mejores condiciones tanto físicas como mentales para disputar el Giro de Italia? Y, sobre todo: ¿será capaz de campeón británico de encontrarle el punto a la montaña rusa que se está convirtiendo para él la corsa rosa?

Pedro Ceinos

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