El pinteño ha declarado que quiere seguir engordando su palmarés, más allá de las grandes vueltas. Tirreno-Adriático aparece en su objetivo, tras haber sido derrotado claramente por Froome y Nibali en 2013. Es la primera de sus cuentas pendientes, la primera derrota que vengar. Después llegará la Volta, aquella carrera que le arrebató su sanción y que ganó con todas las de la ley.
Ambas pruebas no constan en su palmarés, cosa que sí hace País Vasco, donde ha conseguido dos grandes victorias. La ronda vasca quizás sea la menos necesaria en su historial, aunque lo bien que normalmente se le ha dado esta carrera le dará moral para intentar recuperar sensaciones en ella.
También tiene cuentas pendientes en Dauphiné. En 2010 fue derrotado por un muy inferior Brajkovic, que encontró durante aquella semana el golpe de pedal perfecto y supo sufrir a rueda del español, que lo intentó por todos los medios. Si puede, irá a ganar, sin perder de vista los riesgos que le podría suponer de cara a la ronda gala, donde le espera el gran reto, la gran revancha, el foco de la mayoría de las críticas hacia su 2013.
En la única prueba en la que no sentirá ese sentimiento de necesidad de vencer fantasmas será la Vuelta, en la que ha saldado sus dos participaciones con victorias. Ahí el sabor de boca siempre ha sido inmejorable, más aún de la forma en la que logró su último entorchado.
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