LAS OPCIONES DE UN POSIBLE SALTO A PROFESIONALES

Llega otoño y con él llega el momento en que muchos ciclistas jóvenes deben tener una de las decisiones más duras que han tomado en el transcurso de sus todavía cortas vidas. Corredores que se marcaron un plazo para pasar a profesionales y se dijeron a sí mismos que si no lo hacían, colgaban la bicicleta. Y ese plazo expira estos días. Afortunadamente, conociendo ya esta dificultad, la gran mayoría de ellos no han abandonado sus estudios, como ocurría hace unos lustros. De esta manera, su futuro es mucho mejor que el de los ciclistas que antiguamente se jugaban todo a la carta del deporte del pedal.

No por ello deja de ser una muy difícil decisión. El ciclismo es su pasión, su máxima ilusión, su sueño… Abandonar eso en lo que tantas horas han invertido, vislumbrar en qué se va a invertir en el futuro ese tiempo, truncar de cuajo su máxima ilusión y aceptar definitivamente que no se va a ser uno de los elegidos… cuesta mucho. Porque a pesar de no serlo, esos ciclistas vivían este deporte casi como una profesión.

Es de sobra conocido que el panorama para pasar a profesionales en España es muy desalentador. Además, los dos principales equipos, Movistar Team y Caja Rural-Seguros RGA, ya disponen de sus propios equipos filiales (en el caso de Movistar el Lizarte) y dan preferencia de paso a los corredores que están ya en estas estructuras. Y es que por algo están ya ahí. Las otras opciones son Burgos BH y Euskadi Basque Country Murias. Del rumor que surgió en verano acerca de un nuevo equipo en la Comunidad Valenciana no se ha vuelto a saber.

Los pocos corredores que pasan a profesionales, evidentemente, son unos privilegiados. Hoy nos centraremos un poco en ellos.

El caso de los Carapaz, Carretero, Zabala, Irisarri… son los casos más naturales. Ascenso a superior categoría por haber destacado en la inferior. El más natural sí. Pero por desgracia para el resto de compañeros en sus ya antiguos equipos filiales, su número es insuficiente. El paso a estos equipos superiores es, en las actuales circunstancias del ciclismo español, casi una “oferta irrechazable”. Además, son equipos solventes, sin problemas de cobro, y con unas condiciones deportivas y de “trabajo” más que aceptables.

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Pero en el caso de Movistar da la impresión, al menos desde fuera, que entrar en ese equipo implica aceptar implícitamente unas reglas marca de la casa. Crecer poco a poco, no quemarte en los primeros años, aceptar la disciplina y las jerarquías de una casa con casi cuarenta años de vida en esto del ciclismo profesional. No cabe dudas que son normas que les han rentado grandes triunfos. No obstante, nada es perfecto. Con los años van aflorando poco a poco una serie de inconvenientes. Insistimos en que lo vemos desde fuera. Asistimos a una especie de “funcionarización” de los ciclistas. Aunque seguramente esto no sea achacable en exclusiva a Movistar. Ciclistas que son grandísimos profesionales, que se cuidan como nunca, que cumplen con sus funciones como se les ordena… Pero de cara al aficionado falta “algo”. Ese hambre de victoria y de gloria deportiva que se va perdiendo en el día, cuando ese día a día ese reduce exclusivamente a cumplir una dieta, unos watios, unos kilometrajes… Cumplir… Como si de unos meros funcionarios se tratara. Pero los aficionados seguimos echando en falta la rasmia. Esos hábitos y costumbres adquiridas, además, cuestan mucho abandonar, incluso aunque con los años esos ciclistas que se han criado en ese ambiente acaben fichando por otros equipos. Por supuesto, estamos hablando en términos generales y en evoluciones a largo plazo. Porque casos como el triunfo este año de Soler, sin duda que los hay.

Claro que la gran mayoría de ciclistas pensarán: “Dichosa sea esa funcionarización”.

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Porque muchos de ellos no están en condiciones de elegir. Sólo de aceptar y agarrarse como un clavo ardiente a esa llamada que les ofrezca el paso al profesionalismo. Tampoco son para ellos todo alegrías y algunos proyectos de formaciones acaban convirtiéndose en auténticos bluffs. O las penalidades que padecen en algunos países, en los que la legislación social y laboral no es la misma que en España, terminan haciendo que algunos de esos nuevos profesionales cuelguen la bici.

Es otro tipo de decisión. ¿Me compensa fichar por un equipo extranjero continental? ¿Me arriesgo a ello o me quedo en España? ¿Dejo el ciclismo? ¿Sigo un año más en “aficionados” en España? En esos equipos de nivel inferior, las posibilidades de liderar la escuadra en una carrera son más altas. Sin embargo, el calendario al que se tiene acceso es netamente inferior y, los triunfos, si los hay, tienen mucha menos repercusión. La dictadura que ejercen los equipos es menos aplastante que en las categorías superiores. La inmensa mayoría de ciclistas buscan “su” oportunidad y la labor de gregario queda en muy segunda fila.

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En absoluto son oportunidades que haya que despreciar a priori. Decenas de casos tenemos que después de haberse curtido en esos equipos y en esos calendarios consideraros inferiores, llegan a la máxima categoría y consiguen el reconocimiento y resultados. Son pruebas en las que esos ciclistas asumen responsabilidades que en otros equipos no podrían asumir. Y eso, además de hacerles madurar físicamente, les imprime cierto carácter ganador. Son otro tipo de equipos. Se vive más intensamente la oportunidad de aprovechar el día a día y no tanto la evolución a largo plazo. Porque simplemente el año que viene pueden estar perfectamente sin equipo sino demuestran “hambre” en las carreras.

Hay otros ciclistas que ya más maduros, y sin apenas visos de pasar jamás a un equipo profesional de los grandes, deciden embarcarse en exóticas aventuras. Vivir, aunque sea modestamente del ciclismo durante unos años. Pero sentirse ciclista. Corren en equipos sobre todo asiáticos y también sudamericanos. Gozan allí de un reconocimiento del que en España no disfrutan. Son auténticos aventureros y consideran su estancia en esos países como una “licencia” que se pueden permitir antes de hacerse definitivamente mayores y sentar la cabeza haciendo una vida como la de los “demás”.

En fin. El abanico es extenso. Nada a priori es mejor o peor. Cada caso tiene sus pros y sus contras. Influyen los ambientes de equipo, la propia personalidad del ciclista… un sinfín de circunstancias imposibles de prever en un primer momento. Ninguno de los caminos es fácil, pero cualquiera de ellos les puede llevar al objetivo.

@ranbarren

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