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Las seis vidas de Purito Rodríguez

El catalán cayó y el susto fue enorme: adiós Lieja, adiós Giro, adiós meses de abril y mayo. Incluso una lesión más importante cabía dentro de la descripción del accidente. Por suerte, todo quedó en un susto, confirmado a la salida del hospital y hechas las pruebas pertinentes. Pero gastó una vida, una bala de buena suerte, de esas que suele aplicar a su integridad física dentro del pelotón. He ahí una gran paradoja.

El gran líder de Katusha es de los escaladores más ligeros de todo el pelotón. En cambio, suele ser de los más seguros a la hora de rodar en paquete. Ni una sola caída grave se le recuerda. Los traspiés sí le cuelgan una vez ha estado cerca de ganar carreras tan importantes como el Mundial, la Vuelta, la Lieja o el Giro. Pero ese mal fario nunca ha afectado hasta la fecha en graves lesiones que le hayan impedido luchar por estos objetivos y perderlos en la carretera.

Teniendo el punto de gravedad tan bajo y siendo habilidoso en los descensos, es complicado que toque el suelo. Ha tenido, por otra parte, lesiones en el talón de aquiles o de otra índole. O desapariciones voluntarias como la que ha protagonizado de forma reciente debido a sus entrenamientos en el Teide.

Lo que parece más que claro es que la Amstel Gold Race no es carrera para él. Fue segundo en 2011, pero entonces el extraterrestre Gilbert era inalcanzable. Ha sido el mejor resultado de un ciclista español en la prueba holandesa, una carrera incómoda, con riesgos, rotondas, cruces y carreteras que ejercen mucho peligro sobre el gran grupo.

L.S.

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