No lo tiene él, cuya ambición es conocida, sino sus directores en Movistar. Siempre lo han tenido. El miedo a perder el control, a saltar un escalón que les haga perder el esquema previsto. En ocasiones les resulta, cómo no, son indiscutibles sus resultados, pero en otras perjudican a corredores que demuestran no tener listón. El caso de Nairo.
El colombiano ha demostrado que sin experiencia en las grandes carreras tiene desparpajo para pelear por la victoria. Sin embargo, el freno de mano que 2014 supondrá para él, podría frenar también su ambición. No es que el Giro de Italia y la Vuelta sean malos objetivos para él. Al contrario, son dos carreras que se le adaptan como un guante y que debe tener en el palmarés. Pero es su momento, en Francia le esperan como agua de mayo y Froome ha respirado tranquilo al saber que no estará.
¿Alguien se imagina a Ullrich rechazando correr el Tour en 1997 tras ser segundo en 1996? ¿O a Froome en 2013 tras ser segundo en 2012? Imposible encajarlo, más que nada por el duelo que estás robando entre el campeón y el aspirante en el mejor escenario posible.
Esperemos que al menos sirva para alimentar más ciclismo y ver en otros escenarios al mejor escalador del momento. Hay mucho más aparte del Tour y en ese sentido es una bendición que haya ciclistas que estén cambiando la tendencia del “tourcentrismo”, muy de agradecer. Pero Froome no va a correr el Giro -quién sabe si la Vuelta- y tal vez en 2015 pase justo lo contrario, que el británico pruebe suerte en Italia y el colombiano decida no hacer esperar más a sus fans y acuda al Tour.
Este robo de duelos es justo lo opuesto a lo que el ciclismo necesita, ávido de titulares y enfrentamientos deportivos de alto nivel.
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