,

Nairo Quintana reescribe la historia del Giro

Nairo Quintana (Movistar) llegó al Giro de Italia como máximo aspirante a la victoria junto a Joaquím Rodríguez (Kathusa). El catalán tuvo que abandonar la prueba debido a una caída, lo que no hizo sino aumentar el grado favoritismo del colombiano de Movistar. Con la llegada de la terrorífica última semana que había diseñado la organización del Giro de Italia, se daba por hecho que Quintana trataría de imponer su clase sobre el resto de adversarios en la montaña. Sin embargo, nada de eso sucedió. En Oropa, tan sólo se dejó ver en el sprint final, después de limitarse a seguir el ritmo impuesto por un pundonoroso Domenico Pozzovivo (Ag2r).

En Montecampione, Fabio Aru (Astana) le alejó de la victoria y las sensaciones tampoco terminaron de convencer. Por eso, Quintana llegaba al “tappone” de la presente edición lleno de dudas.

La decimosexta etapa partía de Ponte di Legno y llegaba a Val Martello en una reedición de la etapa de idéntico perfil que se tuvo que suspender hace un año debido a unas condiciones climatológicas infernales. El mismo motivo, el frío y la nieve, propiciaron el lunes una jornada de descanso más “movida” de lo habitual. Durante algún momento del día se llegó a rumorear que la realización de la etapa se volvería a quedar en agua de borrajas, pero finalmente, y tras un reconocimiento “in situ” del director de la prueba, se estimó que no había ningún problema para afrontar los decisivos pasos de Gavia y Stelvio.

Esta decisión, seguro, motivó a Quintana y todo su equipo, que veían en Val Martello una opción ideal para recortar gran parte del terreno perdido con respecto a sus rivales. Con tres puertos de categoría especial comprimidos en 139 kilómetros y un desnivel acumulado superior a los 4000 metros, Movistar debió entender que las oportunidades están para ser aprovechadas.

De este modo, la escuadra de Eusebio Unzue, comenzó la etapa dispuesta controlar el pelotón. Conocedores de las excelentes características como fondista de su líder, decidieron ascender el passo Gavia a ritmo de crucero. Los ataques en el primer puerto, eran tímidos o infructuosos, a pesar del ímpetu de los colombianos. El equipo español marcaba el ritmo y el pelotón iba perdiendo unidades a una velocidad alarmante. Por la cima, el grupo de favoritos lo componían unas 18 unidades. El objetivo de Movistar en el primer coloso estaba cumplido: desgastar, a base de ritmo, a los principales rivales de Quintana para que llegasen más castigados físicamente a la ascensión final de Val Martello.

Sin embargo, el descenso del passo dello Stelvio cambió el desarrollo de una carrera que parecía predestinada a dilucidarse en la ascensión final. Las condiciones climatológicas eran extremadamente malas. Nevaba en la cima con intensidad y la organización decidió tomar una decisión al respecto. La comunicación de esa decisión no llegó a todos los equipos por igual y la carrera se rompió. Por delante se formó un sexteto formado por Pierre RollandRomain Sicard de Europcar, Matteo Rabottini (Nero Sottoli), Ryder Hesjedal (Garmin Sharp), Nairo Quintana y Gorka Izagirre (Movistar). La fuga surgió sobre la marcha, en palabras del colombiano: “Hemos coronado juntos el Stelvio y en el descenso Europcar y Hesjedal han comenzado a bajar fuerte y tanto Izagirre como yo hemos seguido su rueda y cuando hemos llegado abajo, hemos visto que el grupo estaba partido. En ningún momento fue un ataque bajando ni escuché nada de que la carrera fuera a neutralizarse, ni por parte de la organización, ni desde el coche del equipo”. Para cuando se dieron cuenta detrás, el grupo de Rigoberto Urán (Omega Pharma-Quick Step) rodaba con un considerable retraso.

La carrera estaba lanzada y ya no había marcha atrás. El entendimiento delante era perfecto entre Sicard e Izagirre, compañeros de equipo en Euskaltel hasta hace un año, lo que propiciaba que la diferencia de la fuga oscilase entre el minuto y medio y los dos minutos. Por detrás, un debilitado Omega Pharma-Quick Step encontraba la colaboración del resto de los equipos implicados para intentar salvar el desastre.

En uno de los traicioneros repechos que salpican la complicada orografía de los Alpes, el grupo de Quintana perdió a un componente importante: Romain Sicard. Desde este modo, Gorka Izagirre se quedó sólo haciendo el trabajo sucio hasta la base de Val Martello. El de Ormaiztegi se vació a favor de su líder y cuando las primeras rampas del traicionero puerto de 22 kilómetros aparecieron, se echó a un lado y dejó toda la responsabilidad a su líder. La diferencia entre el grupo de Quintana y el de la “maglia rosa” se fijaba en 1:40 nada más comenzar la ascensión. Mientras detrás eran gregarios como Mikel Landa (Astana) o Michael Rogers (Tinkoff-Saxo Bank) los encargados de marcar el ritmo, delante Nairo Quintana apretaba los dientes y ponía toda la carne en el asador. Los segundos no paraban de caer del lado colombiano, que apretaba hasta el límite a sus compañeros, Rolland y Hesjedal, en cabeza, mientras que detrás nadie sabía tomar la responsabilidad de recortar terreno cuando los gregarios dejaron de prestar su servicio.

Los últimos kilómetros de ascensión, dejaron patentes las fuerzas de cada uno. Por delante, Rolland llegaba al límite a falta de 4 kilómetros. Mientras tanto, Hesjedal sufría las embestidas de un Quintana encendido. Por detrás, con la ventaja por encima de los 3 minutos, los ataques se sucedían entre Urán, Majka (Tinkoff-Saxo Bank) y un incisivo Kelderman (Belkin) sin llegar a ningún acuerdo. Cadel Evans (BMC) sufría las consecuencias de un día infernal y era el primero perder contacto en ese segundo grupo. El australiano pasó por diferentes momentos durante la etapa: “En la primera ascensión llevaba exceso de ropa. Después, en el descenso, no podía ver debido a la nieve. En la ascensión al Stelvio me encontraba bien, pero en el descenso empecé a sufrir calambres. Puede parecer ridículo que, estando bajo cero, me deshidratase, pero no parábamos de subir y bajar y, por lo tanto, las oportunidades de beber eran limitadas”. Sin embargo, el australiano aún mantiene las esperanzas de subirse al podio:

“Vinimos aquí con grandes intenciones y con el ánimo de dar lo mejor de nosotros mismos. En dos días el Giro ha cambiado por completo y, cualquier cosa, puede suceder. Esto es lo que hace que el Giro sea tan dramático”.

Ya en el último exigente kilómetro Quintana vació la reserva y se exprimió al máximo. Las curvas en herradura y las pendientes hicieron desistir a un rocoso Ryder Hesjedal que, por momentos, hizo recordar la mejor versión del corredor que se impuso en el Giro de 2012. El canadiense, sin embargo, nunca cejó en su empeño de luchar por la victoria y se mantuvo a una distancia prudencial. Quintana miró atrás, y viendo que Hesjedal tenía el gancho echado, se levantó sobre la bicicleta y aceleró el ritmo para entrar victorioso y redondear una etapa histórica. No sólo porque gracias a ella el colombiano conseguía colocarse líder y vestirse de rosa, sino por la forma en la que lo conseguía; llevando al ciclismo a su origen, al de los esfuerzos agonísticos extremos.

Pedro Ceinos

Video de la 16ª etapa del Giro

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *