Es curioso cómo dos ciclistas con características tan similares en algunos conceptos, no terminen de encajar, al menos en lo profesional. Vinokourov empleó gran parte de su carrera en el equipo kazajo, hoy día en el ojo del huracán debido a sus repetidos casos de dopaje. Una vez colgó la bicicleta, ha tomado responsabilidades y asume la dirección junto al mítico Martinelli, director entre otros de Pantani o Simoni. 2014 ha sido el primer año en el que la colaboración entre el siciliano y el líder del Astana fue más estrecha.
El italiano tenía como objetivo el Tour de Francia, donde tenía depositadas muchas esperanzas de alcanzar el primer puesto del cajón, algo que producía mucho escepticismo en los aficionados, vistas las prestaciones de Froome en la edición anterior y las de Contador a lo largo de la temporada. El italiano es hombre de grandes vueltas, de fondo, de ofensiva a largo plazo y en las rondas de una semana, pese a mostrar buena forma, no terminaba de imponerse.
Este hecho creó dudas en el campeón de la Vuelta a España 2006, que criticó que el ex de Liquigas no hubiese conseguido ganar en lo que iba de temporada. Un hecho que fue solo el desencadenante de la gran exhibición de Nibali en el Campeonato Italiano, título que se le resistía al a la postre campeón del Tour de Francia. En la cita gala forjó su victoria en Sheffield, donde arañó unos segundos y ganó la etapa tras sorprender al pelotón. Es cierto que la ventaja no fue extraordinaria, pero sí le dio ese plus de confianza en sus piernas que a la postre dejarían el terreno absolutamente libre para completar la triple corona, lo que le suma a los pocos corredores que lo han logrado. El último, Contador. Ni siquiera Indurain pudo lograrla.
En el pavé dio un golpe que añadido a la suerte que las caídas de Froome y Contador le acercaron de forma decisiva hacia ganar su primer Tour. Dorsal uno por todo lo alto, con la sombra de la duda detrás debido a las bajas de sus grandes contrincantes, pero con la aceptación como gran ciclista que a sus espaldas ha cargado con 16 años de historia que alejaban a un italiano de la consecución del maillot amarillo en París. El último, Pantani, que logró en 1998 el doblete, conquistando el Giro.
Precisamente esa gesta ha sido el penúltimo encontronazo con el equipo. Fabio Aru explotó en la pasada edición de la corsa rosa, siendo confirmado como un gran talento en la Vuelta, donde fue quinto y acumuló dos victorias de etapa. Una maraña de elogios hacia el transalpino que le dirigen a liderar en serio a su escuadra (en 2014, Scarponi partía con más galones) en el próximo Giro. El joven ciclista cruzó su camino ahí con Nibali, ya que el equipo le pidió al campeón italiano que acudiera a la gran ronda de su tierra para ‘ayudar’ teóricamente a su delfín. Como la idea del ‘Tiburón’ estaba más próxima a defender su corona en Francia sin pasar por Italia, el desencanto hizo que el equipo cediera y de este modo Vincenzo pudo anunciar que descartará el Giro de sus planes en 2015. En caso de necesitar resultados, siempre podría acudir a la Vuelta, una carrera muy de su agrado.
Pero no ha sido desgraciadamente el último sinsabor que ha degustado el gran líder de la escuadra. La acumulación de positivos en los últimos tiempos por parte del equipo Astana podría tener consecuencias en la admisión de cara a grandes carreras. Ya sucedió algo similar precisamente gracias a Vinokourov, positivo en el Tour de 2007 que impidió que Contador defendiera su triunfo en 2008. Recordemos, que se trataba entonces también de la misma denominación comercial: Astana.
Esa situación enviaría a Nibali a realizar un doblete que estuvo cerca de completar en 2013 con victorias en Giro y Vuelta. Algo que, por supuesto, el astro no quiere. Aún nadie desde la organización del Tour se ha pronunciado al respecto, pero la supuesta y rumoreada no participación del equipo en la ronda gala podría empujar al maillot amarillo a buscar una alternativa. ¿Se arriesgará a iniciar la temporada con el riesgo de quedarse fuera del Tour?
L. S.
