Presentado el Giro 2016

Ayer lunes ha sido presentado el recorrido de la 99ª edición de la corsa rosa que partirá de Alperdoorn (Holanda) para concluir tres semanas después en Turín, con un recorrido en que la montaña volverá a ser protagonista, pese a los más de 60 km. CRI (entre los que se incluye una cronoescalada).

Un recorrido bastante completo el que ha presentado RCS (empresa organizadora del Giro) que apuesta por la línea marcada en la pasada edición con la ausencia de grandes finales en alto y la abundancia de la media y alta montaña, combinada con una buena ración de crono habida cuenta de los tiempos que corren para esta cada vez más denostada especialidad.

Ya desde la primera jornada (en viernes) se mostrará la relación de fuerzas entre los favoritos con una CRI corta, aunque no prólogo. El periplo holandés concluirá dos etapas más tarde con sendas oportunidades para los hombres rápidos del pelotón.

Tras un tempranero día de descanso, la península Itálica recibirá a los corredores el martes con un final ondulado, marca de la casa, con las características emboscadas que tanto gustan por estos lares.

Tras una nueva y larga jornada para los velocistas, el final en alto en Roccaraso permitirá previsiblemente las primeras escaramuzas entre los favoritos a la maglia rosa de Turín.

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Si las escuadras son capaces de controlar las fugas, la siguiente etapa con final en Foligno tendrá claro color a volata, pero no así la de Arezzo, jalonada por un par de puertos de los que el último, Alpe di Poti, cuya cima se encuentra a 15 km. de meta, contiene un largo tramo sin asfaltar.

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Cierra la primera semana con una crono de 40 km. apta, en principio, para los más especialistas.

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El segundo día de reposo nos regala una etapa de esas que se suelen denominar como “serrucho”: cuatro puertos puntuables y varios más que podrían serlo perfectamente, los 216 km. de la etapa concluyen con un murete de 4 km. al 9% previo al final de Sestola.

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Prácticamente llana será, en cambio, la jornada del miércoles con final en Asolo, donde precisamente será el final lo único quebrado de un recorrido que nos recuerda muy mucho a una piccola Milano – San Remo, con una cota y un repecho muy próximos a la meta por si algún valiente osara anticiparse al esprint final.

Por si se diera este último supuesto, la siguiente jornada entre Noale y Bibione no deja en su perfil ni la más remota posibilidad a la sorpresa: plano como una tabla de planchar.

Pero para el fin de semana vuelve la montaña: para empezar en una etapa jalonada con cuatro buenos puertos donde los dos últimos, Porzus y Valle, se ubican muy cerca de meta.

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El sábado nos aguarda la maratón dolomítica con clásicos como Pordoi o Sella, con muchos kilómetros por encima de los 2000 m. de altitud y, sobre todo, con un encadenado final de exquisita finura con el durísimo Giau seguido de Valparola con la meta situada tras el descenso del último puerto.

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Alpe di Siusi cerrará el domingo la segunda semana de carrera con una tercera y última cronometrada, escalada -en este caso- a un puerto de dureza mantenida pero sin pendientes imposibles. Su escaso kilometraje debería atenuar, en cualquier caso, las diferencias entre los favoritos a la clasificación general.

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Tras el último lunes de descanso, una corta etapa de media montaña, rescoldo humeante del tríptico previo, abre la tercera y crucial semana de carrera y cierra el primer gran bloque montañoso.

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La transición -si es que en el Giro puede emplearse este término- nos lleva desde Molveno hasta Cassano d’Adda donde una fuga podría tener éxito si los equipos con velocistas no consiguen imponer su fortaleza. Será ésta la penúltima jornada propicia para los hombres rápidos junto con el “paseo” final de Turín, ya que el día siguiente, el jueves 26, una nueva encerrona acechará a los ciclistas en el tramo final de carrera con el corto -aunque durísimo- ascenso a Pramartino inmediatamente anterior a la llegada a Pinerolo.

Como suele ser habitual en la gran carrera italiana, para el final aún se reservan un par de balas en la recámara… balas de cañón, podríamos decir. Sin bien es cierto que se trata de dos etapas muy cortas, cualquiera de los colosos que restan por ascenderse podría juzgar la carrera: el viernes camino de la estación francesa de Risoul se volverá a ascender – si la meteorología lo permite- el largo, larguísimo… eterno colle dell’Agnello, con sus 10,5 km. finales a más del 9% de pendiente media y sus 2.744 m. de altitud que le valen el premio especial de Cima Coppi de esta edición.

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Para el sábado nos han cocinado un menú de tres platos: de primero y segundo tenemos el col de Vars y La Bonette (ascendido hasta el col, a 2.715 m., y no hasta la cime, a 2.802 m. s. n. m.) aún en territorio francés; de postre, un morlaco como La Lombarda (2.350 m.), ya en Italia, previo al café en Sant’ Anna di Vinadio. Sólo cabe volver a esperar que el tiempo respete a los ciclistas.

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El domingo, como decíamos arriba, fiesta final en Turín con coto vedado para velocistas.

Con grandes jornadas de montaña, aunque sin un tappone como los de antaño, se trata en definitiva de una carrera de gran dureza, en que la misma se encuentra muy bien distribuida entre la media y la alta montaña. Hay que notar que las bajadas tendrán un especial protagonismo ante la ausencia de los duros finales en alto tan habituales años atrás y será relevante, así mismo, la crono individual, hasta el punto de que, a la espera de conocer la participación definitiva, un hombre como Nibali -que parece dispuesto a repetir triunfo en Italia- debería partir como claro favorito a la victoria final.

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