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Probablemente, el mejor Valverde de siempre

Fue en el transcurso de la Vuelta a España de 2003 cuando un joven murciano que por entonces lucía los colores del histórico Kelme se daba a conocer al gran público con dos sensacionales victorias en las llegadas a Envalira y La Pandera. Era Alejandro Valverde y su inolvidable presentación en sociedad se culminaba con un podio en Madrid, tras Heras y Nozal, para acabar coronando una sensacional temporada quince días más tarde con su primera plata mundialista, escoltando en el podio a Igor Astarloa. Algo menos de dos años después, Valverde, ya enrolado en la estructura de Unzue, por entonces patrocinada por Illes Balears, deslumbraba al mundo entero en pleno Tour de Francia con una descomunal victoria en Courchevel ante el mismísimo Rey Lance. Acababa de cumplir 25 años y parecía tener el futuro a sus pies.

Ha pasado más de una década desde entonces. Por el camino, una catarata de victorias, una inagotable sed de gloria y también algunos episodios oscuros, como su sanción por positivo o la grave lesión sufrida en la prólogo del Tour del año pasado. Y una contradicción como probablemente sólo los más grandes de siempre pueden arrastrar tras de sí. La de haberse dejado en el viaje también un buen número de triunfos. La mayoría de ellos debidos a errores tácticos y alguno que otro a cierta actitud cicatera. Es cierto que a menudo ha dado la sensación de que las carreras se convertían en un “todos contra Valverde” pero en ocasiones al murciano se le ha visto demasiado bloqueado, como obsesionado por esta circunstancia, un pecado habitual entre ciertos campeones, como hemos podido ver en las dos últimas temporadas, por ejemplo, con Peter Sagan.

Sin embargo, en los dos últimos años algo parece haber cambiado en el Rey de las Ardenas. Desde que arrancó la temporada 2017, Valverde parece un corredor aún más letal que en sus años de plenitud. O los que deberían haber sido sus años de plenitud. Hasta aquel fatídico 1 de julio, en Düsseldorf, Alejandro acumulaba 11 victorias en media temporada. Y nada de triunfos menores, algo que siempre le han reprochado sus detractores. Generales en Andalucía, Catalunya o País Vasco, y su tercer doblete Flecha-Lieja tras los de 2006 y 2015 le encumbraban como el hombre del momento, el gran corredor de la primera parte de la temporada. Este año, con 13 días de competición y tras volver de una lesión, ya acumula 5 triunfos. Tres parciales en Andalucía y Abu Dhabi y ambas generales. A punto de cumplir los 38, Valverde parece instalado en la excelencia desde hace trece meses sin que ni siquiera vallas o pistas deslizantes puedan hacer algo por evitarlo.

Y es que el Valverde de este último año largo parece al menos tan fuerte como en sus mejores días pero mucho más maduro y lúcido en la lectura de carrera. Como si por fin hubiese encontrado ese conocimiento que le permite tener claro cuando debe moverse y cuando no. Y lo cierto es que en estos trece meses prácticamente cada vez que ha elegido dar una estocada, ha acabado levantando los brazos. Froome, Contador, Pinot, Daniel Martin, Alaphilippe… todos ellos acabaron mordiendo el polvo ante el murciano.

Las razones de este cambio, de este salto de calidad, al menos a nivel mental, resultan todo un enigma de difícil solución. Quizá sea la madurez pero también puede que haya algo de liberación. Hace ya unas cuantas temporadas que Valverde no tiene absolutamente nada que demostrar ni que demostrarse. Hace ya unas cuantas temporadas que Valverde tiene su carrera deportiva hecha y quizá, sólo quizá, haberse liberado de esa presión le ha permitido correr con la brillantez que apuntaba en los albores de este siglo, cuando aparecía en las quinielas de casi cualquier carrera que corría. Este año, en Innsbruck, puede saldar su última deuda pendiente, la del oro mundialista. Es muy probable que no vaya a tener una oportunidad mejor y es muy probable que tampoco la haya tenido jamás. Al menos si tenemos en cuenta que en estos 15 años no ha habido un Valverde mejor. El de ahora, el mejor Valverde de siempre.

@SespadaM

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