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¿Qué ha pasado con la media montaña?

El ciclismo de hoy en día se basa en la concentración del interés, en los esfuerzos cada vez más cortos y en la supresión de elementos que puedan decidir demasiado pronto las carreras. Salvo las vueltas de una semana, que tienen que recurrir a otros elementos, cada vez las pruebas se deciden más cerca de meta, las diferencias entre líderes son menores… o más grandes. Y cuando ésto sucede los rivales lejos de envalentonarse y de buscar revertir la situación, se resignan al segundo puesto, conformándose con excusas que sólo dañan la competitividad e imagen del ciclismo como deporte, sobre todo, ante sus propios aficionados. 

¿Por qué sucede? Es difícil recurrir a un único factor. Pero la solución aportada a ese conformismo por parte de los organizadores, sobre todo por parte de los grandes, ha sido ponerles fácil la estrategia. Esos giros de recorridos que han ido dando fruto y son trazados plagados de alta montaña, etapas llanas y contrarrelojes, éstas viéndose reducidas a la mínima expresión en cuanto a kilometrajes.

La media montaña, aquel terreno que permitía sorpresas, emboscadas y etapas de gran ciclismo se ven desplazadas por etapas de grandes y llamativos finales en alto, que en su gran mayoría resuelven la suerte de las clasificaciones generales. La crisis en el ciclismo lleva tiempo haciendo estragos. Una crisis de patrocinios debido de nuevo a muchas causas, pero cuyo remedio parece ser en parte que los grandes ciclistas copen los primeros puestos de la clasificación. Por ello cada vez las grandes rondas anticipan los primeros finales en alto, para que los nombres que dan titulares y presencia en medios de comunicación ayuden.

¿Qué se entiende por media montaña? Se trata de un perfil de puertos que más o menos sucesivos y de escasa entidad suponen una gran dificultad por ascenderse precisamente de forma continuada. Es ese terreno de ascensos, descensos y sinuosidad en el que tanto la labor de equipo como los escarceos de inteligencia táctica pueden tener lugar con mayor facilidad. Después es difícil (y subjetivo) determinar qué es y no es media montaña y dónde se ubican los listones, pero ese ciclismo de inquietud y apertura a mezclar a grandes jornaleros y a los grandes héroes, combatiendo codo con codo por la gloria.

Es una lástima que ese terreno haya ido desapareciendo del Giro, del Tour y de la Vuelta, que si bien apuesta por unas últimas etapas que permiten muchos de estos supuestos, ha dejado en el olvido la media montaña en las dos primeras semanas y en su concepto más puro. Lo que ha sido también un símbolo del Giro y del mes de mayo también ha dado pie a etapas más previsibles y más del gusto de los líderes modernos, gustosos de dejar estas jornadas para actores secundarios que poco alteran el resultado general de las tres semanas de competición.

Prima por encima la atracción de las figuras, ofreciendo a su vez que éstas puedan ganar de una forma más sencilla, menos compleja y que produzca un menor desgaste. Como toda carrera gira en torno a las migajas que el Tour deje, se trata de prever cómo afectará su propuesta año a año. La media montaña del Giro asusta, es uno de los atractivos históricos, pero también una muestra de incomodidad. En la Vuelta, por morfología, podría ser otro escenario decisivo. Sin embargo, en ambas deben lidiar con el son que marquen las figuras. Casi todo por tenerles en salida, con ventaja de la Vuelta por fechas, por posterioridad al Tour y por jugar con ser la última de la temporada y con la necesidad de justificar un año de sueldo.

One Response
  1. uy, uy, ahora quieren media-baja montaña, y la alta-alta-alta montaña da igual, ya no les basta con la torrada de los finales en bajo pa bajo. Cuando les pongan media montaña querrán montaña hasta la rodilla, tipo calcetin. Ay, tendréis media-baja- rodillera, montaña en la rotonda a el basque country vasco, aunque claro a la fuerza ahorcan, forasteroooo, el señoritooooooo!

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