El portugués estrena el maillot del Lampre con una cuestión en mente: mejorar en la alta montaña lo que le falta para ser considerado un aspirante a la clasificación general. Estar en el top-cinco del Tour está al alcance de muy pocos corredores, aunque no será por no intentarlo todo por su parte.
El ex ciclista de Movistar no ha sido nunca un gran escalador, pero tampoco ha mostrado malas aptitudes en las cuestas a lo largo de su carrera. Sobre todo en las rampas cortas, lo que le permite ser un corredor muy bueno para las carreras de un día. Al ser tan completo en el llano y en contrarreloj, las vueltas por etapas se le adaptan, aunque aún le falta esa regularidad en el día a día más allá de diez días consecutivos.
Si no llega a ser por la famosa caída de Valverde, tal vez hubiese conseguido el top ten que ahora quiere conseguir con el cambio a Lampre. ¿Necesita realmente mejorar tanto en la montaña?
En 2008, en el conjunto del Benfica, fue quinto en la cima de Navacerrada en la Clásica de Alcobendas. En el Tour del Porvenir fue segundo en la etapa de Guzet Neige, una cima en la que han ganado mitos como Marco Pantani en el Tour de Francia. En la gran ronda gala se hizo con la etapa de Super-Besse, que pese a no ser de alta montaña, sí que la cuajaría en subida.
Recientemente, las mayores demostraciones del luso se han dado en la Vuelta a Suiza. Ambas ediciones que se ha anotado han sido vividas con mucha intensidad y sufrimiento, si bien ha basado las dos en la regularidad en todos los terrenos. Mucho corazón, además, y mucha inteligencia. Sus grandes virtudes, las que le han aupado al Campeonato del Mundo.
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