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Las decepciones de Sean Kelly en el Tour

Extraña la historia con el Tour de este irlandés nacido en Carrick on Suir en 1956. Curiosa porque teniendo como tiene en su palmarés cinco victorias de etapa, estas llegaron antes de sus mejores actuaciones en la Grand Boucle, cuando era considerado sólo como un buen sprinter y no el corredor todoterreno en que se convertiría posteriormente. Su última victoria , en 1982, camino de Pau, hacía soñar a Kelly y a su mentor, De Gribaldy en que luchar por la general era posible.

Y más aún cuando en 1983 el gran favorito, Bernard Hinault, causaba baja por lesión. Además, y a las puertas de los Pirineos, el irlandés vestía la túnica dorada por primera y última vez en su carrera. Sin embargo, las terroríficas temperaturas que acompañaron la única etapa pirenaica, y los colosos Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde enterraban las opciones de un Kelly que por primera vez afrontaba el Tour con intenciones en la general. Acabaría la etapa a 10 minutos del ganador, el escocés Robert Millar y a 9 minutos del nuevo líder, Pascal Simon, en un día en el que se producía un cambio generacional con corredores como Millar, Simon, Delgado, Fignon o los colombianos Jiménez y Corredor en las primeras posiciones. Finalmente acabaría el Tour en 7ª posición a más de 12 minutos del ganador, el joven parisino Laurent Fignon.

Ya en 1984, con un Tour muy duro y con una gran lucha de egos entre Renault y la Vie Claire, con victoria aplastante de los primeros y doblete de Laurent Fignon, el irlandés se fajó como nunca, si bien nunca tuvo opciones de ganar, siendo su quinto puesto el más meritorio de su carrera.

Y llegados a 1985, y en un recorrido de Tour propicio para Kelly, lograría éste su más alta clasificación de siempre, cuarto. Un Tour con un suave paso por los Alpes y una única etapa de verdadera longitud y dureza en los Pirineos camino de Luz Ardiden, hacían presagiar que Sean se hallaba ante una oportunidad única. Las largas contrarrelojes también ayudaban.

A pesar de esto y de realizar junto al también irlandés Roche un meritorio Tour (3º), no pudo acercarse al podium y aún menos a las dos primeras posiciones copadas por Hinault y Lemond. Además, seguía con la maldición de no ganar etapa, si bien la regularidad era un buen botín con el que afrontar con esperanzas el año 86. Como recuerdo más grato el doblete irlandés en la cima del Aubisque en corta semietapa pirenaica, con Roche primero y Kelly segundo.

Con temporada 86 empezaba el “declive” de Kelly en el Tour, y es que tras una soberbia temporada de clásicas, una caída antes del Tour le impedía participar y en el 87 y tras su abandono yendo líder en la Vuelta, otra caída antes de los Pirineos le obligaba a dejar la carrera francesa, el año que su compatriota Roche la ganaba. Si bien es justo decir que no estaba realizando una buena carrera, y estaba alejado de los primeros puestos debido a una decepcionante contrarreloj de Futuroscope en la que se había hundido en los últimos kilómetros.

En su último año en el Kas, 1988, ganaba la Vuelta, pero volvía a decepcionar en el Tour, y ya parecía que su idilio con la carrera francesa había terminado. Sin embargo, su fichaje por el PDM en 1989 hacía que volviera a ilusionarse con el Tour, formaba parte de una potente escuadra con Rooks, Theunisse y Alcalá entre otros y tras mostrar una gran consistencia quedaba 9º y se hacía con el maillot verde, aunque seguía sin ganar etapa.

En el 90 no brilló, a pesar de llegar con expectativas de hacer buena carrera en un recorrido que recordaba al de su mejor participación en 1985, y en 1991 tuvo que abandonar por una supuesta intoxicación alimenticia junto a todo su equipo PDM cuando optaban a todo, con Breukink, tercero el año anterior, como punta de lanza.

Un último cambio, al Lotus Festina, daba paso a su última y poco brillante participación en el Tour, la de 1992, donde apenas si pudo brillar logrando un 42º puesto.

Una carrera la francesa que le había dado mucho pero en la que le quedaba el sinsabor de no haber logrado ningún podio, a pesar de haber estado cerca en un par de ocasiones, y no haber logrado ninguna victoria de etapa desde aquella lejana de Pau en 1982. Sin duda y junto con no haber ganado un Mundial o un Tour de Flandes, su mayor decepción.

Como último apunte decir que el único día de amarillo en el Tour de Kelly supone un mal trago para el rocoso irlandés y es que esa preciada prenda le fue robada en lo que parece no más que un apunte de una carrera que le dio mucho pero con la que nunca pudo.

PEDRO Gª REDONDO

2 Responses
  1. Kelly era un corredor odiado en mi infancia, el rival de los nuestros en la Vuelta… redescubrirlo como el gran campeon que es ha sido un placer. Me gusta mucho lo que has escrito sobre el

    1. Gracias Luis Fernando, coincido contigo en que Kelly era un coco, antagonista de los españoles, pero que con el tiempo uno se da cuenta de lo que ha significado para éste deporte, sin duda uno de los más grandes .

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