Un auténtico devorador de etapas y de clásicas. Un trotamundos que dio con el proyecto del Green Edge, donde es uno de los pilares indiscutibles. Si ya era un corredor conocido e incómodo, el paso a un conjunto de la casa ha provocado que haya visto aumentado su protagonismo.
Con ellos ha conquistado toda una Milán-San Remo ante Cancellara y Nibali -casi nada-, el Tour Down Under o etapas en Tour, Volta o País Vasco. Ganador de etapa en las tres grandes, comenzó en el profesionalismo en 2005. Diez temporadas en el máximo nivel pasando por estructuras de gran prestigio como AG2R, Credit Agricole, Cervélo o Sky no puede ser casualidad.
Simon comenzó en el ciclismo debido a su coincidencia con Phil Anderson, el mítico primer australiano en lucir el maillot amarillo de líder del Tour, y el consejo que le dio. “Tuve una lesión en la rodilla y haciendo caso a Phil empecé en el ciclismo como rehabilitación”. La larga y prolífica trayectoria de Simon se remonta al año 2003, cuando formó parte del Boavista portugués: “Competí con ellos en el Tour del Porvenir, pero sin embargo nunca he corrido en Portugal y sólo he estado un par de veces allí”.
El cambio de su país natal, Australia, a Europa, a más de 15.000 kilómetros de distancia, no fue sencillo: “Antes de llegar a Francia, donde debuté con AG2R, estuve algunos años corriendo en Italia con el equipo nacional australiano. Noruega, Malaisia, Francia…” De un equipo francés a otro, ya que en 2008 cambió a la escuadra de Vincent Lavenu por el Credit Agricole, siendo nada más y nada menos que ganador de
de etapa en todo un Tour de Francia.
Tras saborear la gloria firmaría por el equipo más poderoso del momento, aunque aún en aquel lejano ya 2010 estaba en plena fase de construcción. “Me pareció un gran equipo, con un buen grupo de gente, muy bien organizado. El problema es que me pedían que disputara las clasificaciones generales y yo siempre he sido un corredor más de buscar victorias de etapa. Disfruté mucho estar en Sky y la experiencia, pero no era el equipo adecuado para mis características”.
En 2012 comenzaba el proyecto que tanto habían soñado los ciclistas australianos, el Green Edge. “Para mí es muy especial correr en un equipo de tu país. Muchos de los que ahora estamos ya corríamos juntos aunque en equipos diferentes, así que ha sido muy especial coincidir aquí en el mismo equipo con muy buenos amigos”. El estreno del equipo de Neil Stephens no fue ni mucho menos malo, viéndole ganar el Tour Down Under ante el rena- cido Valverde, y la Milán-San Remo. En apenas unos meses el proyecto ya estaba asentado. “No sólo fue un hito para el equipo, sino también para mí. Fue mi primera gran victoria en una clásica”.
A partir de ahí ha acaparado victorias de etapa en vueltas de una semana, todas de primera categoría. “Pero aún quedan muchas en las que ganar. Todavía quiero ganar una clásica en las Árdenas y pelear por ser campeón del mundo. Tengo mucho por hacer todavía”. Un corredor ambicioso pese al éxito y su ya avanzada edad. Ello tampoco le impide mirar hacia atrás y pensar en cómo y por qué comenzó en el ciclismo. “Anderson fue quien me introdujo en el ciclismo de competición. Podría decir que él fue mi gran ídolo cuando empezaba”.
Orgulloso de su trayectoria, como no podría ser de otra manera, llama la atención la cara de felicidad y rotundidad que muestra al hablar de sus sueños como corredor, así como la afirmación de que está disfrutando logrando lo que siempre quiso hacer. “Mis sueños como ciclista ya se han hecho realidad, que eran ganar en las grandes carreras, sobre todo del World Tour”