El australiano lleva un año de ensueño, pese a que sólo haya tenido unos días de competición. Estrenó 2014 haciéndose poseedor del maillot de campeón de su país ante Richie Porte y Cadel Evans, dos grandes corredores que no se lo pusieron fácil al de Orica-Green Edge.
En el Tour Down Under ya tiene una etapa en su botín, en espera de que la subida a Willunga le pueda dar más réditos como ganador incluso de la general, hito que lograría por segunda vez en su carrera tras la conseguida en 2012. Ya son tres años consecutivos ganando en suelo australiano.
Un ciclista al que ha sentado muy bien el fichaje por sus compatriotas, un Green Edge que ha coleccionado buenos éxitos durante sus tres años de existencia. El propio Simon le ha aportado la mayoría, entre otras una Milán-San Remo que birló a Cancellara y Nibali. Muchas victorias en vueltas por etapas, como las tres grandes o pruebas del World Tour como País Vasco o Volta.
Antes también era prolífico y ofrecía mucha presencia en carrera, pero debe ser que la responsabilidad le ha aupado un escalón y ya es de los corredores más respetados y temidos en su terreno favorito. Esta temporada probará de nuevo las Árdenas, pese a que año tras año parecen serle clásicas esquivas.
El Mundial es también otra prioridad. Es un hombre de un día, ganador, que cuando se le exige rendimiento por encima de esa cantidad de tiempo, sufre. O no se motiva, porque clase y piernas tiene para dar más en las generales.
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