El checo será pieza clave en el potentísimo Omega que se ha construido alrededor de Cavendish y Boonen. Cumplirá la función que deja vacante el bravo francés, que prueba suerte como líder del IamCycling suizo. Un papel que interpretará a la perfección, puesto que, aunque distintas, sus condiciones son similares.
Ese rol consiste en ser de los últimos en trabajar, pero con galones para ser peón en operaciones tácticas y estratégicas. Stybar te garantiza que si las piedras no le empujan al suelo o la forma no le acompaña Omega contará con dos gallos en la parte decisiva de la carrera. Y eso es oro, más aún con la mejora sustancial de la clase media en el ciclismo.
Ningún otro conjunto reune tal calidad para esos impases finales en los que se deciden las pruebas más importantes de un día. El problema estará en el ego de la estrella belga o en el hecho de que la plaga de lesiones que sufrió en 2013 se repita. En tal supuesto se romperían todos esos esquemas, con mucho peso (demadiado) para una de las promesas más aventajadas de este tipo de clásica.
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