Pese a haberse dedicado a las clásicas, el belga bien podría haber imitado a Cancellara y haber cubierto también un calendario que le hubiese dado muchas más victorias contra el reloj. Ya en 2004 logró ganar por primera vez. En aquel entonces era el mejor sprinter del momento, con capacidad para subir a los podios de las grandes clásicas.
Como se demostró entonces, es capaz de combinar dos modalidades bien distintas del ciclismo. Es una pena que no haya probado a mostrar otras facetas, incluso con potencia para las clásicas más montañosas. ¿Imaginamos un duelo entre el mejor Gilbert y el mejor Boonen? Si ya verle enfrentado a Cancellara en sus mejores versiones es un espectáculo único, verle en más terrenos derrochando clase sería muy interesante.
Sin embargo, y pese a sus buenos resultados en las cronos a lo largo de su carrera, la más sorprendente fue la que realizó en Ciudad Real en plena Vuelta 2008. No ganó, ni siquiera terminó entre los diez primeros, pero dejó bien claro en los 42 kilómetros de aquella etapa que preparándose podía ser un contrarrelojista más que solvente.
Preparando el Campeonato del Mundo mostró de las mejores plantas sobre la bicicleta que se vieron aquel día. En los puntos intermedios se colocaba en buenos puestos, ayudado, eso sí, por la tardía salida y la cantidad de referencias. Impresionó verle.
Ha tenido exhibiciones en clásicas que se han equiparado a la del esfuerzo cronometrado individual. Sin ir más lejos, la París-Roubaix de 2012 que gana circulando prácticamente hora y media en solitario y a un ritmo endiablado fue la mejor muestra de lo buen rodador que es. Y sin necesidad, ya que es de los más rápidos del pelotón, pese a que se haya alejado del mundo de la velocidad en los últimos metros.
Ph: Pedro Ceinos
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