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Análisis DLC: El ciclismo más grande

Aún cuando todavía faltaban bastantes kilómetros para que Philippe Gilbert llegase victorioso a la meta de Oudenaarde, uno ya percibía que este Tour de Flandes era mágico, era especial. Era único. Era algo que pasaría a la leyenda ciclista colectiva. De lo que en el futuro se hablará y no parará. Tendrá reseñas especiales en los libros de Historia Ciclista. Será un maravilloso punto de referencia que la mayoría de aficionados conoceremos. Unas batallitas que los futuros aficionados a este deporte tendrán la obligación de aprenderse sí o sí. Y que el hilo conductor de nuestra cultura ciclista transmitirá de generación en generación.

La cantidad de acontecimientos memorables que sucedieron en las tres horas finales de carrera tardarán unos cuantos días en ser procesadas por nuestros cerebros en toda su extensión. Después de unas horas de que Gilbert hubiera vencido, todavía el subidón se mantenía en los estados de ánimo. Porque más allá de lo estrictamente técnico y estratégico en términos ciclistas, lo que la edición de De Ronde Van Vlaanderen 2017 ha supuesto ha sido un subidón emocional. Servidor de sobra sabe que el ciclismo es el deporte que más le apasiona. Pero cuando le preguntan el porqué, a veces debe recurrir a rememorar años muy pretéritos para explicarlo. De Ronde 2017 ha sido el reencuentro con el ciclismo más grande. Con mayúsculas: el Ciclismo más Grande. Así de sencillo. Así de concluyente. No hará falta recurrir a ciclistas y gestas del pasado para argumentar. Se podrán nombrar ciclistas en activo, aunque alguno, por desgracia, esté a punto de dejarlo. El Ciclismo más Grande está de actualidad. No sólo es algo del pasado. Además, en el contexto de una temporada 2017 que está resultando particularmente espectacular, al menos en su comienzo.

Cuesta entrar a pormenorizar con qué detalles quedarse después de un carrerón como el del Tour de Flandes 2017. No sabe uno por dónde empezar.

Una de las imágenes que nos dejó la jornada fue la de Boonen echando pie a tierra en uno de los muros. Imagen que nos recordaba el paso por el bosque de Arenberg en la Roubaix de 2011. Ya es desgracia que uno de los mitos de la historia del ciclismo flamenco tenga que decir adiós así a sus opciones de victoria en el que se supone era su último Tour de Flandes. Cuando ya rodaba hacia meta dentro de un pelotón, después de la avería, uno percibía que Tom Boonen era ya un mito del ciclismo que, por circunstancias de carrera pedaleaba junto con esos otros ciclistas. Pero que ese no era su sitio. Era un mito en vida. Por lo demás, y hasta el momento de esa maldita avería, Boonen corrió al ataque, sin escatimar esfuerzos, dando la cara repetidamente en los relevos cuando su equipo pasó a la ofensiva y Van Avermaet y Sagan se quedaron cortados tras subir el Muur. Si definitivamente se retira –ojalá reconsiderase su decisión- la imagen que guardaremos de Boonen será la de un ciclista al ataque en uno de los días más grandes de la historia de este deporte.

Analizar a estas horas si el ataque de Gilbert a 55 kilómetros de meta en el Oude Kwaremont estaba o no previsto para ese momento es algo que ya sobra. Si tácticamente fue o no una locura a estas horas… como que no viene a cuento. Quick Step corrió a la ofensiva. Sus principales referencias demostraron estar a la altura de la carrera. Philippe Gilbert ya había demostrado en los Tres Días de la Panne que estaba fortísimo. Por tanto, tampoco era un suicidio ese maravilloso ataque en el Oude Kwaremont. Más, teniendo en cuenta cómo habían corrido hasta ese momento sus compañeros de escuadra y que podían esperar acontecimientos con el valón por delante. Toda la mala suerte que tuvo Quick Step con la avería mecánica de Tom Boonen, se la devolvió la carrera con la caída de Sagan y Van Avermaet.

La victoria de Philippe Gilbert es una grandísima hazaña por su parte. Rodar en solitario los últimos 55 kilómetros de un Tour de Flandes y vencer es algo que no se recuerda. Pero en esta gesta, que seguramente siempre será recordada como individual, no deberíamos olvidar el papel de su equipo, el Quick Step, muy por encima del de los otros dos grandes favoritos Van Avermaet y Sagan. La victoria de ayer fue una victoria del bloque.

Evidentemente, en Quick Step salieron beneficiados del estrecho marcaje al que se sometieron entre sí Sagan y Van Avermaet. Un marcaje que incluso les llevó a ambos al suelo, en una icónica imagen de lo fue para ellos este Tour de Flandes. Pese a todo, Van Avermaet logró recuperarse y conseguir la segunda posición. No así Peter Sagan. El eslovaco, pese a que todos tenemos certeza de que tiene unas piernas extraordinarias, está atravesando un momento mental muy bajo. Alguien de su entorno lo debe atajar, si como al parecer su propio ego no se lo permite reconocerlo y si se deja ayudar, claro está. Porque el comportamiento que tuvo el domingo pasado en la Gante-Wevelgem fue bastante deplorable.

RAÚL ANSÓ ARROBARREN

@ranbarren

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