Análisis PCM: París-Niza, la carrera de Sol-er

Una vez más la carrera del sol, se presentaba falta de las grandes figuras mundiales, que atraídas por los fijos de la Tirreno-Adriático, dejaban huérfanas a una París-Niza que no para de reinventarse.

Como muestra de ello, disfrutamos del final adoquinado de la etapa inicial, en la côte de Meudon. Un valiente Vuillermoz intentó sin éxito reeditar aquella victoria lograda en el Mûr-de-Bretagne (Tour 2015), pero el trabajo de Ivan García Cortina entre otros, dio al traste con la intentona del de AG2R. En un último golpe de riñón y dando una master class de oficio, Arnaud Demare se impuso in extremis al reducido grupo cabecero. Clara carta de presentación del portento del FDJ-Groupama al podio de la San Remo.

La segunda jornada con meta en  Châtel-Guyon, era de las pocas oportunidades que a priori se les presentaban a los velocistas. En cuanto se dio la ocasión, el sprinter de moda Dylan Groenewegen, sacó de rueda al renacido Viviani y al eterno Greipel entre otros. Interesante cambio de chip del de Lotto Jumbo en lo que llevamos de 2018.

Al día siguiente, la etapa La Fouillouse y Saint-Etienne, nos depararía un kilómetros finales de los que tanto gusta el aficionado. Tras el paso por la Côte de Charbonnières, Remy Di Gregorio se lanzó en solitario, hasta que Jonathan Hivert y un desbocado Luis León Sánchez, le daban caza. Los tres hicieron camino y Di Gregorio sabedor de la mayor punta de velocidad de sus rivales, se vio en la obligación de atacar de lejos. Mala táctica, cuando un caballo como el de Astana tiene claro que de llegar la escapada a meta,se colocaba de líder. Hivert parecía ir fuera de punto, de hecho, en cierto momento amagó incluso con quedarse cortado, pero supo sufrir lo que no está escrito, para tener su día de gloria.

Para esta edición de París-Niza, la organización había situado en mitad de la carrera, una crono que sobre el papel se antojaba propicia para grandes rodadores. Nada más lejos de la realidad, ya que resultó ser un recorrido realmente duro y en el que gente ligera como Allaphilippe, Henao o Chaves, se colaron en el top-10. Siendo el escudero fiel de Froome en el Angliru, Woulter Poels, claro vencedor.

Hacía tiempo que una escapada de salida no lograba llegar a meta en una prueba del World Tour y esto es algo a celebrar. Jérôme Cousin de Direct Energie y Nils Politt Katusha-Alpecin, fueron los supervivientes de una agónica fuga. Mientras tecleo, seguro que Politt sigue dándose de cabezazos, no lo dudo. Cousin, no se si por sangre fría o mucha cara, hizo que el germano de Katusha, cargara con la responsabilidad de la carrera y lo peor es que este lo acató. De este modo y haciendo gala de las tretas más odiadas por los puristas del ciclismo, Jérôme Cousin le robaba la cartera a Nils Politt en la meta de Sisteron.

Lo más atractivo de la course au soleil, estaba reservado para los tres últimos días. Con un final de clásica total en Vence, en el que los gallos del corral no pararon de darse palos, hasta que Rudy Molard realizó el ataque bueno. En la jornada siguiente, Luis León Sanchéz no sería capaz de aguantar el ritmo del grupo cabecero en la ascensión a Valdeblore La Colmiane, por lo que perdería el maillot amarillo en favor de Simon Yates. Espectacular demostración de fuerza de Dylan Teuns.

Lo mejor de la carrera, es que ha quedado abierta hasta la etapa final por las clásicas carreteras que dan a parar a la Costa Azul.

Con  los siete primeros de la clasificación general en apenas medio minuto, un recorrido rompepiernas de 110 kilómetros, condiciones climatológicas adversas y corredores con ganas de mover la carrera, poco más podíamos pedir.

Omar Fraile que es a nuestro ciclismo, lo que Thomas De Gendt al belga, el ex atleta David De la Cruz “amo y señor del paseo de los Ingleses de Niza” y la figura en ciernes Marc Soler realizando todos un papel estelar, han mantenido una lucha sin cuartel contra un grupo de lobos como los hermanos Izagirre, Patrick  Konrad, Tim Wellens, Dylan Teuns, Richard Carapaz y el hasta hoy líder Simon Yates.

Resultado de este gran día, Soler ha vestido el maillot amarillo final, aunque a mi me gustaba aquel blanco que vistiera Sean Kelly hasta en siete ediciones y De la Cruz sigue evolucionando como ciclista. El caso del nuevo fichaje de Sky me resulta fascinante y me crea una duda, ¿estamos ante un potencial buen corredor de tres semanas o de un excelente caza-etapas y clasicómano? Ahí lo dejo.

En resumen, la jornada final de la carrera del sol, ya lleva unas cuantas ediciones dando un espectáculo que ni el dinero, ni las grandes figuras de la Tirreno-Adriático pueden igualar. Con ganas y participantes valientes, el buen ciclismo está asegurado.

Imanol Gonzalez Gete

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