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Antonio Martín, el futuro nuevo Indurain

Nunca se sabe lo que hubiese pasado si el madrileño hubiese continuado con su progresión. Hemos tenido casos como el de Óscar Sevilla, que comenzó como un trueno en pruebas como el Tour y después no supo o no pudo evolucionar hacia una forma mejor. Bien podría haber sido el caso de Antonio Martín, fallecido por atropello a comienzos de 1994.

Antonio Martín Velasco parte en el Tour de 1993 formando con el conjunto Amaya Seguros. Con el equipo español de Mínguez pasó a profesionales la temporada anterior una de las mayores esperanzas y proyecciones del mundo ciclista español. En la prueba francesa lograría una gran gesta: obtener el maillot al mejor joven de la prueba. En tal empresa batió al mítico escalador Richard Virenque, ya por entonces al comienzo de ser una sensación en su país.

Un talento natural indudable y un nombre que incluye clase a chorros, ya sea por el apellido Martín del también malogrado baloncestista (primer jugador español que participa en la NBA), o por su coincidencia tardía con el apellido Velasco de Contador. En ocasiones las casualidades no lo son.

Buen escalador y completo, el madrileño ya había logrado varios puestos de honor en otras pruebas menores como la Vuelta a la Rioja o la Vuelta Murcia (segundo en ambas). Su gran temporada le vale el fichaje por el conjunto del navarro Miguel Indurain, equipo precisamente ducho en estas lides de formación de nuevos líderes a base de paciencia, calendarios adecuados y escaleras de mil peldaños cuidadosos. Una fábrica de nuevos mitos, como lo fue Indurain.

Allí aterrizó Antonio, quien falleció en febrero a punto de estrenar la temporada con su nuevo equipo. Una tragedia humana que encogió al mundo del ciclismo. Un encogimiento al que por desgracia nos vamos acostumbrando en estos días de falta de civismo con el ciclista.

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