El año 78 iba a ser el del reconocimiento definitivo del bretón. Ya nunca más sería mirado como un igual, sino como el capo del pelotón. Empezaba la temporada ganando en el Critérium Internacional para posteriormente presentarse en su primera gran vuelta , la Vuelta a España.
Tanto Guimard como Hinault la consideraban importante en el calendario del francés que iba destinado a brillar en el Tour. Y, claro, Hinault no iba a decepcionar, mostrando una gran superioridad en todos los terrenos, soportando actitudes por momentos violentas del público y corredores hispanos, para ganar cinco etapas y la general, en una vuelta marcada por los incidentes que provocaron la anulación de la contrarreloj final en San Sebastián y tras ello el no paso de la Vuelta por tierras vascas durante más de 30 años.
Y acabado el “compromiso” de la Vuelta para Hinault, éste se centraba en el Tour, al cual llegaría con el maillot de campeón francés logrado en una exhibición sin igual y en la que llegó extenuado a meta.
En el Tour, sin embargo, iba a tener muchos rivales. Van Impe, Zoetemelk, Thevenet, Pollentier, etc. Y además tendría que soportar la presión de ser la esperanza francesa debido a que el ganador del año anterior, Thevenet, presa de problemas con esteroides y de un mal momento de forma no parecía ser un candidato real.
Un Tour que estaría marcado por la descalificación de Pollentier por fraude en el control antidoping el día del Alpe d’Huez, perdiendo el belga un amarillo que había arrebatado a un antiguo gregario de Merckx, Bruyere, y que lo había lucido durante muchas jornadas. Pasaba el amarillo a Zoetemelk, que lo terminaría cediendo a Hinault en la última contrarreloj en la que el campeón francés haría una demostración pocas veces vista, aventajando a Zoetemelk en cuatro minutos, que le daba el liderato a dos jornadas vista de llegar a París.
Sin embargo, una imagen quedaría grabada de aquel Hinault, la de Valence de Agen, liderando y erigiéndose en portavoz de un pelotón que seguía sus pasos. Protestaban los ciclistas por los nefastos alojamientos, los continuos traslados y las etapas de varios sectores, y lo hacían bajo el amparo de un chaval de 23 años. Sin duda, estábamos, estaban, ante un gran campeón.
En el año 79 iba a demostrar que venía para quedarse. Ganaba clásicas como la Flecha Valona, etapas de diversas carreras, lograba su segunda Dauphiné Liberé, tras la del 77, colocándose a una victoria de igualar el récord en ella.
Y así, llegaba al Tour como máximo favorito, y no iba a decepcionar. Arrasaba con 7 victorias de etapa y la única oposición real de un batallador Zoetemelk. Éste le había arrebatado el amarillo en los adoquines camino de Roubaix, y le había atacado durante el Tour, incluyendo la etapa final de Paris , en la que entraban los dos en solitario en los campos Elíseos, con Hinault ganando al sprint.
Los dos últimos corredores que habían ganado el Tour en dos ocasiones consecutivas habían sido Anquetil y Merckx, con eso estaba todo dicho. Cerraría además el año logrando su primer monumento, el Giro de Lombardía y ganando su tercer GP de las Naciones consecutivo. Hinault era sin duda un corredor muy completo , pero que contra el crono rozaba la perfección.
Le iban quedando cada vez menos retos, el Mundial, la Roubaix, el Giro de Italia, algún monumento más. Sin duda el año 80 iba ser determinante para el caimán, o el tejón, como ya era apodado desde tiempo atrás.