El cable cruzado de Luc Leblanc

Un grandioso escalador, de los de antes, francés, con todas las connotaciones que conlleva, ganador y valiente, al más puro estilo Pantani, pero con mayor temeridad. Leblanc fue famoso por sus ofensivas, pero también por sus retiradas repentinas, por un carácter cambiante que le llevó en ocasiones a no tomar las mejores decisiones.  

Tuvo el honor de ser un ejemplo de anti-chauvinismo con su no invitación siendo campeón del mundo a la carrera de casa, el Tour de Francia. Sucedió en 1995, habiendo firmado por un equipo menor, Le Groupement, que le impediría competir en la mejor prueba por etapas del planeta. Una pena que no luciera el maillot arco iris que tan brillantemente ganó en Italia en 1994.

Se podría decir que ese fue su año. Tras haber ganado varias pruebas como la prestigiosa y extinta Midi Libre, Haut Var o haberse proclamado campeón de Francia, En mayo se proclamaría como vencedor de la montaña de la Vuelta a España. Una edición en la que Tony Rominger dominó del primer al último día. El francés sería sexto en Madrid.

Tras este éxito venció una etapa de la también extinta Euskal Bicicleta y se presentó en el Tour con más moral que nunca. La Grande Boucle tenía un trazado durísimo, tildado como de anti-Indurain, el dominador absoluto de la primera mitad de la década. La primera llegada en alto se celebraba en Hautacam, sin más puertos por el camino. Allí Indurain propuso un ritmo que nadie pudo seguir. Nadie excepto nuestro protagonista, al que cedió la etapa de forma disimulada, como siempre solía hacer Miguel.

Un lujazo de victoria que le aupó más tarde a ser cuatro clasificado de la ronda francesa, su mejor puesto histórico. Ya a final de temporada vencería en el Mundial de Agrigento, tras un trazado durísimo en el que escaladores de su talla rindieron a un gran nivel.

Más tarde volvería a ganar en el Tour, saltándose el de 1995 por los hechos ya comentados. Una pena, ya que apenas pudo lucir su preciada prenda. En 1997 comenzó su declive, firmando por el Polti italiano y centrando su temporada en el Giro, una buena decisión para un escalador como él. En la corsa rosa pasó del ataque a la retirada en apenas unos kilómetros cuando estaba siendo un incordio para el a la postre vencedor final, Ivan Gotti.

Fue una verdadera pena 1998, donde sucedió algo parecido. Si bien no fue el gran protagonista que podía ser, sí inició una de las páginas históricas del ciclismo de los últimos años. Galibier, Pantani, Ulrich… ¿les suena? Él fue el que inició la ofensiva en aquella etapa, en aquel puerto, en aquel momento y bajo aquel aguacero. A él se podría achacar todo lo que después sucedería, creando una auténtica carnicería en uno de los días más recordados por los aficionados que tuvimos la suerte de vivir aquella etapa.

Esta sería su última grande y su última temporada. Se echa de menos a ciclistas como este, tan imprevisibles y tan ofensivos. Genio y figura, Luc Leblanc.

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