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El gran día de Andy Schleck

Andy Schleck tuvo su gran día en el Tour de 2011. Lució el amarillo sólo un año antes y estuvo bien cerca de ganarlo, pese a que su mayor triunfo llegaría con la descalificación de Contador en la edición 2010 de la ronda francesa. El Izoard fue testigo de una gesta. Los puertos estaban dispuestos en la etapa, con el Agnello, durísimo y altísimo, de aperitivo, y el Galibier en la meta, aunque por su cara amable, si por amable se puede entender un coloso de 27 kilómetros de subida ininterrumpida hasta los 2.645 metros. 

RadioShack se disponía lanzando hombres por delante. Sabía que con la contrarreloj por venir tendría que buscar el ataque lejano para tener opciones de ganar. Era entonces o no sería nunca. Mediaba el Izoard, y fue ahí cuando dejó la compañía del pelotón para iniciar un camino solitario que le hizo ir enlazando compañeros hasta convertir en individual su esfuerzo.

Los favoritos acabarían por relevar en el valle del Lautaret, una zona ventosa y de buena carretera. Según avanzaba el puerto del Galibier iban cayendo los candidatos. El primero fue Samuel Sánchez, agotado. Después caería Alberto Contador, que tuvo un mal día después de haber encendido mechas en los días previos a los Alpes.

Evans tomó el mando, quería pelear su amarillo y Voeckler sobrevivía a duras penas. Lo malo para Schleck es que a mitad del Galibier tenía el Tour en sus manos, pero según se acercaba la meta perdía opciones. En la línea de llegada Evans tocaba el liderato con los dedos. Aguantó el francés de Europcar, heroico.

Fue un día de ciclismo hermoso, uno de los más bonitos de las últimas temporadas. Pocas veces se ve citar tan de lejos. Impensable en un hombre como Andy, que desde aquel día no se ha vuelto a ver en una batalla igual.

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