El gran día de Igor González de Galdeano

Viernes 17 de Septiembre de 1999. Cantó, Rabassa, Montaup y Arcalis iban a decidir una corta y dura jornada montañosa. En la salida Igor todavía no sabía que ese día le iba a cambiar la vida, le iba a hacer entrar en la historia, en una de las mejores Vueltas de siempre, quizás la mejor junto a la del 83. Curiosamente, ambas las de los estrenos de Lagos y Angliru.

El líder Olano había sufrido el día anterior en Beret, y cedía en la Rabassa para despedirse de sus opciones en la Vuelta, y ésta quedaba abierta. Galdeano aprovechaba un momento de indecisión y se marchaba en Montaup. De ahí a meta apoteosis en Vitalicio y en el corredor vasco. Igor se retorcía en la subida a Arcalis, pero Mínguez lo animaba y engañaba: “vamos que el último kilómetro no cuenta”,

Sufría, pero estaba logrando algo grande, asaltaría el podium y estaría cerca del maillot oro, que ya había vestido sorprendentemente tras el prólogo. Ganaba la etapa entre agradecimientos a los suyos y a los aficionados, se colocaba segundo para mantenerse hasta el final de Vuelta, pero sobre todo se convertía en protagonista, vibraba, se emocionaba y vivía el ciclismo como nunca antes y nunca después.

Algunos le recordarán por sus puestos y las jornadas de amarillo en el Tour o por su polémica labor de director deportivo, pero González de Galdeano será siempre aquel sonriente corredor que se encontró en medio de los grandes en aquella gloriosa Vuelta 99 para convertirse en uno de ellos.

Pedro Gª Redondo

Ph: Euskaltel-Euskadi

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