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Magni, el añorado

Con la muerte el pasado mes de octubre de Fiorenzo Magni desaparece el último exponente de la época dorada del ciclismo italiano. Rindamos un pequeño homenaje a su figura repasando su apasionante vida con imágenes de un ciclismo épico que jamás regresará.

El tercer hombre

Con un palmarés extenso y variado, la figura de Magni fue minimizada por su coincidencia con los dos más grandes campeones del ciclismo italiano, Coppi y Bartali. “Al contrario de lo que la gente piensa, creo que fui muy afortunado de correr con ellos, incluso aunque significara que ganase menos carreras, porque ellos increíblemente extraordinarios”. Cierto es que Magni fue un oportunista que con maestría sacó en muchas ocasiones provecho de las luchas entre Coppi y Bartali para alzarse con grandes victorias, lo cual no le resta mérito en absoluto, pues con la inteligencia que demostraba en carrera le hacía suplir un “punch” inferior al que tenían los dos astros.

El más grande en Flandes

Hasta 1948 sólo un extranjero había impuesto su ley a la supremacía belga en la Ronde, Heiri Sutier en 1923. Fiorenzo rompería moldes y se impondría en tres ediciones consecutivas superando además a uno de los mitos del ciclismo belga, Briek Schotte, que había ganado dos ediciones y que subiría al pódium un total de ocho veces en sus veinte participaciones. Esta supremacía sobre el “último flamenco” y su victoria épica en la edición de 1950, donde el viento, la nieve y el granizo le hicieron llegar victorioso a la meta con los dedos congelados, le hicieron merecedor de convertirse en el “León de Flandes”.
Tricampeón del Giro

Ganador de tres Giros (1948, 1951 y 1955), el momento de mayor gloria en la carrera se produciría en la última de las victorias, cuando protagonizó una gran cabalgada, más de 150 Km junto al gran Coppi, que le sirvió para ganar la etapa y la general. Fue un día triste para el “Campeonisimo”, que tuvo que sufrir camino de San Pelegrino por una parte los abucheos de parte de una afición que no le perdonaba su divorcio y por otra el escarnio de perder en un “mano a mano” ante Fiorenzo, al que siempre consideró un rival inferior no merecedor de ser reconocido como un campeón. En esta ocasión Coppi no tuvo más remedio que valorar a su enemigo en su justa medida, felicitándole sinceramente nada más atravesar la línea de meta diciéndole “hoy me has matado”.

“Su” Tour de Francia
Su relación con Bartali fue siempre más cordial que con Coppi, a pesar de que Gino fuese el “responsable” de que Magni nunca ganase el Tour, o que por lo menos tuviese la oportunidad de hacerlo. Siendo maillot amarillo en 1950 nuestro protagonista, Bartali, que no tenía posibilidades de victoria final, ordenó retirarse a toda la squadra azzurra porque el público francés le había agredido en el Aspin convencido de que había provocado la caída del héroe local Jean Robic.

La victoria final sería para Kübler y Fiorenzo tuvo que conformarse con ganar a lo largo de toda su carrera un total de siete etapas en la gran Boucle, pero ya no tendría oportunidad de ganar la general. Por otra parte, en su única participación en la Vuelta, en 1955, levantaría tres veces los brazos como preludio a su mejor Giro de Italia. Estas etapas en la Vuelta le convertían además en el primer ciclista en lograr victorias en la tres grandes.

Un revolucionario

Es curioso que Magni, calvo desde muy joven y con un estilo poco ortodoxo sobre la bicicleta que le convertían en un corredor que “no vendía periódicos”,cambiara para siempre el mundo del ciclismo merced a su imagen. Él fue el primero en buscar un patrocinador deportivo fuera de una marca comercial de bicicletas cuando en 1953 su equipo, el Ganna, se disolvió. Fiorenzo consiguió atraer a Nivea al mundillo, asumiendo la dirección del equipo y convirtiéndose él mismo en la imagen comercial de la productora de cosméticos. Muchos compañeros de pelotón se guasearon, el “cremitas” le decían, ignorando que su iniciativa sería la semilla que haría crecer enormemente al ciclismo en las décadas siguientes.

Sus sombras

Pero no todos son luces en la biografía de Fiorenzo, de hecho su figura es una de las más controvertidas de la historia del ciclismo.

Su vida siempre estuvo marcada por un pasado oscuro relacionado con la II Guerra Mundial. En 1946, se le prohibió competir acusado de haber participado en la ‘masacre de Valibona’ en la Toscana. Magni negó cualquier participación en los asesinatos, y fue absuelto gracias a la intercesión de otro ciclista local que declaró a su favor. Sin embargo Magni admitió ser parte de brigadas negras y jamás renegó de su pasado fascista, probablemente uno de los motivos de su feroz enfrentamiento con Coppi, de ideas liberales.

En lo deportivo, Magni, que no era un gran escalador, ganó el Giro 1948 entre abucheos tras recibir una sanción por recibir empujones de “espectadores” estratégicamente distribuidos a lo de la ascensión al Pordoi. De hecho muy a menudo se le explicaban sus buenas clasificaciones generales, al margen de por su enorme capacidad como bajador, por el hecho de que en muchas etapas se pasaba los primeros kilómetros agarrado a sus gregarios, práctica no prohibida en aquella época pero rechazada por los grandes campeones. Además, muchos de sus compañeros lo acusaron de tiranizar con férrea autoridad los equipos que lideraba, algo que sin embargo era muy común en los “ases” de aquellos años.

Una imagen universal del sufrimiento
El Giro de 1956 nos ha dejado dos de las imágenes más míticas de la historia del ciclismo. Por un lado ascensión al Bondone, donde Gaul destrozó la carrera en medio de la nieve, y por otro lado la de un Magni con la clavícula rota que fue capaz de terminar la carrera y defender su segundo puesto en la general atando una cuerda al manillar que mordía fuerte tanto para aguantar el dolor como para ayudarse a guiar la bicicleta. Sería su última temporada en el ciclismo, pero un halo de admiración rodearía al toscano para siempre merced a la lucha y entrega demostrada en una cronoescalada al Santuario de San Luca que quedaría para la historia.

Toda una vida dedicada al ciclismo

Tras su retirada continuó ligado al mundo del ciclismo como director deportivo – llegó a dirigir a corredores como Adorni y Bittosi- , Presidente de la Asociación Italiana de Ciclistas Profesionales y últimamente como Presidente del Museo Ciclista situado en la Madonna del Ghisallo, el “Olimpo” del ciclismo italiano situado en el punto clave del Giro de Lombardía, precisamente una carrera que se quedó en el “debe” de Fiorenzo y en la que rozó en varias ocasiones la victoria.

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