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Las Vueltas de Raymond Poulidor

El “eterno segundo” no fue tal en la Vuelta a España, donde alcanzó la victoria en la primera de sus cuatro participaciones. Esta es la historia de Raymond en nuestra gran ronda, donde no faltaron un segundo puesto y momentos polémicos que agrandaron la figura de este carismático corredor.

Sin atisbo de duda se puede afirmar que Poulidor es uno de los corredores más populares de todos los tiempos, aunque paradójicamente su fama no está cimentada sobre triunfos, sino sobre sus derrotas.

Escalador de ritmo y gran rodador, fue profesional de 1960 a 1977, durante los cuales siempre corrió con la estructura del Mercier, consiguiendo más de 180 triunfos. Su vida está marcada por sus catorce participaciones en el Tour de Francia, donde sin ganar ninguna edición, acabó tres veces en segundo lugar y cinco en tercero.

Su gran desgracia fue coincidir con dos grandes campeones, en los 60 se vivieron los duelos de “Pou-Pou” contra Anquetil y en los 70 los de Pou-Pou contra Merckx, aunque también es cierto que en los años intermedios no logró tomar el testigo para el que parecía destinado en la ronda francesa. De hecho nunca llegó a portar el amarillo del Tour, labrándose por ello la fama de segundón que todavía perdura.

Aunque si se analiza su palmarés detenidamente no se le podría considerar prototipo del segundo clasificado, ya que ganó siete etapas en el Tour, fue Campeón de Francia, ganó la Milán-San Remo, la París-Niza y el Dauphiné Liberé en dos ocasiones, la Flecha Valona, etc., destacando entre todas sus victorias la de la Vuelta a España 1964, que junto con sus otras participaciones en la ronda ibérica, donde se impuso en un total de cuatro etapas, os resumimos a continuación.

La victoria de Pou – Pou

La que sería mejor su temporada, 1964, comenzó con una sonora victoria en la Vuelta, que confirmaba su poderío en las grandes vueltas tras su magnífica actuación en el Tour del 62, donde con sólo 26 años había terminado tercero con una mano fracturada.

Pérez Francés, Poulidor y Van Looy – beneficiado con por las bonificaciones de 1 minuto al vencedor y 30” al segundo en cada etapa – partían como favoritos en una edición en la que también sonaban los nombres de Gabica, Otaño o Julio Jiménez.

Van Looy estuvo intratable en las primeras etapas, hasta que tuvo que retirarse vestido de amarillo tras su caída en el descenso de Tossas. A partir de ahí la carrera se convirtió en un monólogo de los equipos Ferrys – que contaba con Otaño, Pérez Francés y Manzaneque – y Kas – Vélez, Jiménez y Gabica- , que no pararon de darse palos día tras día, lo que provocaba que los damnificados en cada uno de estos equipos se alternaran etapa tras etapa.

Mientras Poulidor se limitaba a marcar a Pérez Francés, al que consideraba su único rival de entidad en carrera, mientras que el liderato pasaba de manos de este a Otaño y a Julio Jiménez, que merced a una exhibición antológica camino de León con Pajares por medio se colocaba primero antes de la decisiva contrarreloj La Becilla – Valladolid.

Y entonces llegó Poulidor, que tras hacerse “el zorro” durante quince días a sabiendas de la debilidad de su equipo en la montaña, voló a más de 45 Km/h en los 73 Km llanos, no dejando títere con cabeza. Sólo Otaño logró mantener el tipo, ante los hundimientos de Pérez Francés y especialmente Julio Jiménez, que perdía en Pucela más de seis minutos. Dicen que la expresión de Poulidor en meta más que de júbilo era de alivio, totalmente agotado y relajado tras una carrera en la que no había desplegado todo su potencial siguiendo las estrictas órdenes de Antonin Magne, un director especialmente destacado por su habilidad táctica.

Tras sobrepasar Navacerrada sin grandes apuros, Raymond disfrutaría de su paseo triunfal en Madrid, para dos meses después protagonizar uno de los mejores Tours de la historia, el del mítico duelo con Anquetil en las faldas del Puy de Dome. Pou – Pou pondría la guinda a la temporada con un tercer puesto en el Mundial. El futuro parecía suyo.

“Traicionado” por Wolfshohl

Iba a ser su año, Raymond lo presentía. Su preparación era perfecta, había llegado a la madurez y ya sabía lo que era ganar la Vuelta y estar a punto de ganar el Tour. Era hora de comenzar a recoger los frutos de tanta penuria, del duro trabajo en la granja de sus padres, de los entrenamientos en solitario, era hora de corresponder a un público que le adoraba.

La Vuelta no podía comenzar mejor, tras de nuevo dominar Van Looy las primeras etapas, Pou – Pou se imponía con autoridad en la primera cronoescalada de la historia de la Vuelta, una durísima Mieres – Pajares en la que dobló a Bahamontes y distanció en más de tres minutos al segundo clasificado, Gabica. Los abanicos provocados por Van Looy camino de Palencia descartaban a todos los españoles salvo a Echvarría, que era una incógnita. La carrera parecía en el bolsillo del francés.

Nadie hubiese apostado un duro por su compañero Wofslfhol, alejado en más de ocho minutos en Pajares, pero que camino de Sagunto se coló en una escapada bidón con la que obtuvo catorce minutos, relegando a un enfadadísimo Poulidor a la segunda posición. No contento con ello, el alemán, que había sido ya campeón del mundo de ciclocrós y trataba de hacerse un hueco entre los grandes de la carretera, declaró que defendería con uñas y dientes el maillot, mientras que el francés aireaba a los cuatro vientos que le atacaría sin cesar.

Al borde de un ataque de nervios, su director – Antonin Magne – trataba de poner paz infructuosamente. Sin embargo, de nuevo saltó la sorpresa camino de Barcelona, donde Rolf consiguió seguir a Julito Jiménez en Montjuit y meter tres minutos más a un Poulidor que se subía literalmente por las paredes. Ante ello Magne hizo prometer a ambos corredores que se respetarían, trabajando Raymond para Rolf en la Vuelta, labor que éste le devolvería en el Tour. Mercier impuso la lógica ante unos rivales impotentes y la Vuelta tuvo un paso sin pena ni gloria por las etapas pirenaicas y vascas. La contrarreloj final, ganada por Poulidor, vino a confirmar, como sucedería en tantas ocasiones en su carrera profesional, el que ser el más fuerte no le garantizaba la victoria.

Y su derrota frente a Gimondi ese mes de julio le endosaría, ya para siempre, el “sambenito” segundón en lo que parecía que iba ser el año del comienzo de su reinado.

Todo por el Tour

Dos años después de su humillación en tierras hispanas Raymond volvió a la Vuelta, aunque con una actitud totalmente distinta. Estamos en 1967 y su obsesión por ganar el Tour, ya coleccionaba cuatro pódiums, iba en aumento, más si cabe que la carrera Anquetil estaba en pleno ocaso.

Así Poulidor se apunta a la Vuelta como preparación para la carrera francesa, convencido de que el acercamiento a la misma en 1966, donde fue tercero tras Aimar y Janssen sin hacer ninguna grande antes, no fue la adecuada. Aún así la prensa le sitúa entre los principales favoritos junto a Pérez Francés, Julio Jiménez, Gabica y el holandés Janssen. Precisamente éste último se haría con la clasificación superando en la última crono al líder hasta ese momento, el francés Ducasse.

En cuanto a Pou –Pou, la durísima contrarreloj de Vitoria, 44 Km con el alto de Herrera por medio donde arrasó a todos los primeros clasificados – a Ducasse le metió diez minutos – demostró que quizás era el corredor más fuerte en carrera, pero su actitud indolente – no se inmiscuyó en ninguna batalla e incluso no disputó a tope la última lluviosa CRI – le llevaron a ocupar el noveno puesto en la clasificación final. Este correr al relantí exacerbó a parte de la prensa deportiva, que le acusaban de “pasar unas vacaciones bien remuneradas en España” e incluso la organización declaró públicamente su descontento por su bochornosa actuación.

Quizás por ello el ciclista francés no regresó hasta cuatro años más tarde, después de pasar la temporada 70 sin victorias de renombre y con “tan solo” un séptimo puesto en el Tour.

Su participación en la Vuelta del 71 fue muy gris, a pesar de repetir un 9º puesto, a poco más de 6 minutos de un sorprendente Ferdinand Bracke, vencedor tras los errores tácticos de Luis Ocaña, que defendía título.

Con treinta y cinco años y tras no poder correr el Tour por lesión, Pou – Pou parecía acabado. Sin embargo, aún tuvo tiempo para ganar dos París Niza y subir 4 veces más al pódium de París, la última con 40 años. Sin embargo nunca más volvió a disputar la Vuelta.

Poulidor en la Vuelta

1964: Ganador final, se impuso en una etapa contrarreloj y vistió el maillot de líder los tres últimos días.

1965: Segundo a 6´36” de Rolf Wofslfhol, ganador de las dos cronos disputadas, vistió el maillot de líder cuatro jornadas.

1967: Noveno a 5´54” de Jan Janssen, se impuso en una etapa contrarreloj.

1971: Noveno a 6´01” de Ferdinand Bracke.

Víctor Martínez

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