En 1909 se celebró la primera edición de una prueba mítica e histórica. El Giro de Italia partió de Milán para recorrer un total de 2448 kilómetros que devolvió a un reducido pelotón de nuevo a Milán. Lo curioso es que el sistema empleado para designar al ganador no era por tiempos, sino por puntos. En tal caso, el ganador hubiese sido diferente.
Giovanni Rossignoli debió darle vueltas al hecho una vez observase la importancia de la prueba en cuestión y que más tarde el sistema de tiempos sería el que se impusiese. De hecho, gracias a esta forma de puntuar, no fue ni siquiera segundo, también adelantado por Galetti, aunque este, también transalpino, no consiguió ninguna victoria de etapa.
Dos logró Rossignoli, en Nápoles y en Génova. El primer triunfo parcial fue a parar a manos de Dario Beni, que cubrió los casi 400 kilómetros entre Milán y Bolonia en primera posición. También se llevaría la última, aunque su irregularidad fue la que le alejó de los puestos cabeceros. Finalmente fue séptimo.
La gloria quedó para Ganna, que se hizo con tres etapas (Roma, Florencia y Milán). En la siguiente edición no fue capaz de reeditar el título, que fue a manos de Galleti. El italiano ganador en 1909 fue tercero tras vencer en otras tres etapas. El segundo en aquella edición se conformaría como el primer gran dominador, al vencer en dos ediciones y moralmente ganar una tercera, aunque se disputase por equipos la victoria final.
