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Luis Ocaña, a una caída de David

El conquense vuelve a los medios gracias a la publicación de su biografía. El corredor de Priego tuvo el mérito de plantar cara al más grande de todos los tiempos, el belga Eddie Merckx, a quien tuvo en más de una ocasión contra las cuerdas. En 1973 se llevó el Tour de Francia, entrando en el palmarés de la prueba gala para siempre, para la historia. Sin embargo, el Tour de 1971 le abriría las puertas del mito, de la leyenda.

Era época Merckx, que reunió a su espalda una colección magnífica de rivales a la sombra del gigante. Ya pasada su madurez y acusando el bestial desgaste de querer ganarlo todo, el belga sucumbió ante Thevenet, el francés que provocó la rendición del ‘Caníbal’. Sólo un David pudo mirar a los ojos a Golliat antes, en pleno apogeo de la bestia, Don Luis Ocaña.

La salida de aquella edición se dio en Mulhouse, donde el Molteni de Eddie dio el primer golpe, vistiendo a su gran líder y caudillo de amarillo. La carrera realizaría un extraño viaje en el que volvería de nuevo a la ciudad alsaciana, de nuevo con el belga de su color favorito. No lo perdería hasta que camino de Grenoble una emboscada encabezada por el ganador de la etapa, su futuro verdugo Thevenet, y el eterno segundo, Zoetemelk, aunque él aún no lo sabía, acabó por darle la cabeza al holandés.

La reacción de Ocaña llegaría camino a Orcieres Merlette, con una exhibición histórica, obteniendo nueve minutos de ventaja sobre el grupo del dominador del ciclismo mundial. Sólo en la crono de Albi podría meter mano el belga al español, que ampliaría su ventaja en las dos primeras etapas de Pirineos, teniendo al gigante a punto de besar la lona.

En la tercera de ellas llegaría la desgracia. La niebla y la lluvia complicaron una de las etapas reinas, que incluían la subida al temido col de Mente. En la bajada, mojada y con visibilidad casi nula, Ocaña se fue contra un espectador. Temiéndose lo peor, se levantó y buscó recuperar situación de carrera, con éxito. El segundo envite, esta vez sin poder evitar a un Agostinho que había caído justo delante.

El maillot amarillo no podría reincorporarse, abandonando pese a la rabia del campeón del equipo BIC. Aquella tarde perdió un Tour, pero se ganó la leyenda. No pudo cumplir un sueño en un marco absolutamente inimaginable hasta la fecha. El azote de Merckx volvería a abandonar en 1972, pero no fallaría, con el belga ausente, en 1973. El gigante fue vencido.

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